En los últimos días, hemos sido testigos de varios episodios de niebla y neblina en nuestra provincia y en otras localidades del país. Aunque este fenómeno meteorológico es habitual para la época del año, ha llamado la atención la notable densidad de los bancos de niebla. Además, la situación cobró mayor relevancia tras un trágico accidente masivo ocurrido en el norte de Ciego de Ávila, que dejó un saldo de al menos siete personas fallecidas. Aunque la niebla no fue la causa principal del accidente, sí pudo limitar la visibilidad de los conductores, influyendo en el desenlace del suceso.
La Organización Meteorológica Mundial conceptualmente define la niebla como la suspensión en el aire de gotitas de agua muy pequeñas, habitualmente microscópicas, que reducen la visibilidad en la superficie de la Tierra. Por esta razón, al estar expuestos durante un periodo prolongado a la niebla, nuestra ropa se humedece y nuestro cabello se moja. Si alguna vez has deseado experimentar la sensación de estar dentro de una nube, te cuento que la niebla no es más que una nube que se encuentra a nivel de superficie.
Es común que periodistas, comunicadores y el público en general confundan los términos «niebla» y «neblina». Aunque ambos se refieren al mismo fenómeno meteorológico, presentan una diferencia importante. El término “niebla” se utiliza cuando las gotitas microscópicas reducen la visibilidad horizontal en la superficie de la Tierra a menos de 1 km, mientras que “neblina” se utiliza cuando las gotitas no reducen la visibilidad horizontal a menos de 1 km. En la práctica, neblina se considera un sinónimo de “niebla ligera”. Otro elemento, aunque imperceptible a la vista, es la humedad relativa.
Durante un evento de niebla la humedad relativa alcanza el 100 por ciento, lo que significa que el aire está completamente saturado de vapor de agua, mientras que en un evento de neblina está entre el 70 por ciento y el 100 por ciento. En este caso, el aire no está completamente saturado, lo que permite que las gotas de agua sean más pequeñas y dispersas, resultando en una visibilidad reducida pero generalmente no tan severa como en la niebla. La reducción de la visibilidad depende de la estructura de la niebla, y especialmente de la densidad numérica y la distribución del tamaño de las gotitas de agua. Esta estructura puede variar en gran medida en el tiempo y el espacio.
Cuando hay niebla, normalmente la sensación es de aire húmedo o mojado. Las gotitas de niebla individuales, cuando están iluminadas, a menudo son visibles a simple vista y se encuentran en movimiento de manera algo turbulenta. La niebla forma un velo blanquecino que cubre el paisaje, mientras que la neblina normalmente consiste en un velo delgado y grisáceo. La niebla mezclada con polvo o humo puede adoptar una coloración tenue.
¿Cómo se forma la niebla?
Como ya expliqué, la niebla, está constituida por gotitas de agua tan microscópicas que flotan en el aire, reduciendo la visibilidad; cuantas más juntas están más espesa es esta. La niebla se produce al enfriarse el aire que está en contacto con la tierra o el mar. Al igual que las nubes, una masa de aire cálido y húmedo se enfría alcanzando el punto de rocío, es decir a la temperatura en que queda saturado, el exceso de vapor se condensa en gotitas de agua, gracias a los núcleos de condensación. Esta acumulación de los procesos de condensación o de sublimación, gotitas de agua o cristalitos de hielo respectivamente, en las capas de aire próximas a la superficie terrestre, originan nieblas y neblinas.
El aumento del tamaño de las gotas de la bruma origina la niebla y, por el contrario, con la evaporación parcial de sus gotitas la niebla se transforma en neblina. Según las causas que ocasionan el enfriamiento del aire y la formación de la niebla, se distinguen tres tipos fundamentales de niebla: de radiación, advectiva y de evaporación.
Niebla de radiación: Está relacionada con el paulatino enfriamiento de la capa de aire inmediata a la superficie terrestre que emite calor por medio de la irradiación. En la formación de este tipo de niebla, favorece el tiempo claro, tranquilo, con viento muy débil. Durante la noche y la madrugada, sobre los lugares bajos y húmedos se forma una niebla de radiación baja, hasta de 2 m de espesor; mientras, en el invierno y el otoño surge la niebla de radiación alta, que se mantiene durante varios días y alcanza un espesor hasta de 2 000 m. Un factor primordial para que se forme la niebla de radiación consiste en que el aire ha de estar estancado, prácticamente en calma, pues un poco de brisa o viento débil es suficiente para disipar el aire encerrado bajo la capa de inversión, haciendo que se mezcle con el más caliente de las zonas superiores.
Niebla advectiva: La niebla advectiva (de desplazamiento) se forma al desplazarse el aire caliente sobre una superficie fría; abarca grandes áreas y se extiende a considerables alturas. Como ejemplos de nieblas advectivas son las que se producen durante la época fría del año, y la niebla costera originada como resultado del paso de aire caliente del mar sobre una superficie fría, en el invierno. La niebla advectiva o de desplazamiento surge al desplazarse y tocarse dos masas de aire de distinta temperatura, próximas a la saturación.
Niebla de evaporación: Se forma en el aire saturado que asciende de distintas superficies de agua más o menos cálidas, cuando este se pone en contacto con el aire más frío y se condensa el vapor de agua que contiene.
Con la formación de la niebla se produce el fenómeno llamado inversión de la temperatura. En este caso, la temperatura aumenta con la altura hasta un determinado punto, en que comienza a descender y sigue la escala normal. Las nieblas siempre se forman por debajo del nivel de la inversión de la temperatura.
Tomado de Invasor