La noche resultó mágica y exuberante, en Ciego de Ávila, con la reapertura del Teatro Principal, la joya arquitectónica de esta ciudad, volvía a lucir sus mejores galas, cuando se abrió el telón y los aplausos de los espectadores no se hicieron esperan, al disfrutar de una Gala Cultural, en saludo al aniversario 72 del asalto a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.

A la cita participaron los integrantes del Consejo de Estado de la República de Cuba y del Consejo de Ministros, representantes de las organizaciones políticas y de masas de la provincia, así como de todas las instituciones sociales y económicas del territorio. Encabezados todos por Miguel Díaz Canel Bermúdez, Presidente de la República y Manuel Marrero Cruz, Primer Ministro de Cuba.

Una provincia que a base de esfuerzo y tenacidad obtuvo la sede central del acto por el 26 de julio, y donde los artistas demostraron sobre este escenario su talento y autenticidad en cada presentación, dignificando el amor y compromiso por la patria.

La cancionistica cubana inundó de arte la velada cultural con interpretaciones de trovadores, de la talla de Santa Massiel y el Kikiri de Cisneros, quienes deleitaron a los presentes con su estilo propio y la contra lectura que no podía faltar, a ello también se sumaron Alain Poveda, Lien Piloto y la destacada intérprete Lucy Safonst, con la canción ¨Cuba que linda es Cuba¨.

Los bailes tradicionales arraigados en esta zona central por parte de la agrupación músico danzaría Telón Abierto vislumbró el quehacer artistico de estos jovenes, a través de géneros como el danzón y el Mozambique, mientras que la agrupación Corávila dirigida por Jorge Rivero, brilló con luz propia entre acordes musicales y ritmos que se mezclan al unísono para deleite y gusto estético de quienes aprecian y perciben la calidad humana y artística que solo ellos logran en escena.

Una recreación de la escena Cecilia Valdés Fue interpretada por la solista Marleni Pina, con la participación especial de los actores de la compañía De Morón Teatro, ello resultó una manera de reverenciar a la cultura y sus artistas, siendo este momento un viaje a nuestras identidades.

Hubo mucho más que aplausos en este Coliseo avileño, hubo alegría, creatividad, empatía y sentido de pertenencia, entre un número y otro cuando convergen en un mismo espacio todas las manifestaciones.

 

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