La víspera del 171 aniversario de José Martí volvió a iluminarse toda Cuba, #ConElMismoFuego de aquella generación heredera que, en el centenario del Apóstol, marchó, antorcha en mano, desde la escalinata de la Universidad de La Habana hasta la Fragua Martiana.
En la cabecera provincial de Ciego de Ávila, a las 8:00 de la noche del 27 de enero, la tradicional Marcha de las Antorchas comenzó en la intersección de las calles Máximo Gómez y Simón Reyes, y concluyó en la plaza del Generalísimo, donde transcurrió un acto político-cultural.
Al pueblo avileño lo lideraron en esta peregrinación Liván Izquierdo Alonso, miembro del Comité Central del Partido y su primer secretario en el territorio; el gobernador Alfre Menéndez Pérez; la primera secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas en la provincia, Nailyn Machado Álvarez, junto a demás dirigentes de organizaciones políticas y de masas.
Realmente, el tributo inició en la mañana del sábado, cuando pioneros y estudiantes de la enseñanza media colmaron la calle Independencia. Eran tantos —más de 5000, precisaron directivos de Educación— que se volvió intransitable. Algunos estaban disfrazados de personajes de La Edad de oro, otros se pintaron un bigote, como el de Martí. Alzaron aquel libro, pancartas con fotos o frases del Apóstol…
Hubo otras iniciativas bastante sui géneris. Todas, eso sí, hacían referencia al Héroe Nacional de Cuba. Merecido, hermoso… son adjetivos todavía faltos de un significado mayor para los honores que le rinden al Maestro.
Pero el recuerdo no deberá ser de un solo día, por una fecha histórica. A Martí habrá que volver siempre. Y esos mismos maestros y padres, que con tanto entusiasmo prepararon el desfile, serán los responsables de evocarlo.
Leer La Edad de oro, estudiar su obra completa, comprender la dimensión histórica de su pensamiento, no tiene especificidades en el calendario. Ese será el homenaje del día después o, mejor, el de todos los días.
Tomado de Invasor