Ganado el pan, se hizo el verso, y los jóvenes artistas de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) llevaron a cabo la XXI edición de Estrofa Nueva que le rinde tributo al Apóstol con un programa de actividades sencillo, pero sentido.

Desde la misma apertura, con la exposición personal Flores del cielo, óleos y tinta sobre cartulina, del artista plástico Roberto Ávila Hernández, todo los hizo sentir complacidos.

La galería Nexos de la Casa del Joven Creador, epicentro de muy buenas exposiciones de noveles y consagrados creadores visuales, una vez más se hizo eco de la manera tan atractiva de pintar de Ávila Hernández. Sus referentes martianos están por todas partes, desde las flores hasta los animales y la naturaleza; las líneas que sugieren hierba y el suelo que también es la patria, montañas y palmas. Este muestrario es una estampida de símbolos, sombras y poca claridad; el mundo ahora mismo es caos, y es estampida, así también lo refleja el artista.

Del mismo modo lo interpretan los poetas que, desde lo más recóndito del alma, leyeron en el Centro Cultural Café Barquito: Yaima Hernández, Carmen Hernández Peña, Sarays Guerrero, Eduardo Pino, Yasmani Rodríguez Alfaro, Reynaldo Zaldívar, Onel Pérez, y tantos otros.

Junto a la trova de Henry, de Amaury del Río, de la gran Annalie López, de Alexander Santiesteban y Deborah Parra, Oristela Pérez Betanzos y Héctor Luis de Posada, las mañanas y las tardes tuvieron, además del aroma del delicioso café, la sonoridad justa y el más amable de los abrazos.

Cada noche hubo concierto desde las seis cuerdas. Y fue un tremendo gusto recibir en este sitio de tanta memoria artística a Annalie con sus azucenas; Amaury desde la melodía más íntima; Leo CH con su total disidencia; el dúo Once, desde la lírica tunera; Henry, con su canción y poesía desenfadada.

Quizás lo único divergente, en este espacio tan hermoso, fue la falta de consideración o respeto de algún público incidental que, sabiéndose parte del contexto cultural, prefirió ignorar las buenas formas, y habló a gritos, en ocasiones, o hizo ruidos innecesarios con cucharas y tazas. No es responsabilidad de la gastronomía, ni de la dirección de la Casa; es la ausencia de educación formal que algunos manifiestan de manera aborrecible. Pero esto no impidió que volaran por el recinto las golondrinas de la creación.

De esa forma tan volátil, esplendorosa y cándida, vimos a Annalie López y Leidy Laura Fernández realizar un mural en modo performance que duró los días del evento.

Otros lugares también sirvieron como aposento artístico para estos jóvenes: la Escuela Pedagógica Raúl Corrales; el Hogar Gerontológico Camilo Cienfuegos, donde se realizó un encuentro con el proyecto Ternura; la Televisión Avileña; la Casa de la Trova Miguel Ángel Luna; y la emisora provincial Radio Surco. Todos brillaron en su accionar con la poesía y la trova más genuina.

No faltó la conversación sobre la vida y obra de Arlen Regueiro Mas, poeta, librero, promotor cultural, y el creador, en 2004, de este evento que sigue siendo actual y necesario. Sus versos se hicieron escuchar también en la voz de sus amigos; y su obra sigue creciendo.

La Sociedad Cultural José Martí tuvo su espacio en este evento. A través de Mayslett Sánchez Clemente, su vicepresidenta provincial, y del periodista Neilán Vera y el integrante de la Red del Centenario, Fidel Alejandro Barrios, discurrieron sobre la presencia martiana en los jóvenes avileños y la importancia de volver, una y otra vez, a las enseñanzas del Apóstol.

Poesía y canción fueron alas de un mismo pájaro y colmaron las paredes de la Casa del Joven Creador, como escenario principal, en días en que Martí se hace tan necesario como el bocado de comida o las medicinas.

Solo es una pena la ausencia evidente de autoridades de la Cultura y de nuestra sociedad en el justo tributo de estos noveles creadores al más universal de los cubanos.

Tomado de Invasor

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