La clausura
Quizás no hubo mejor final de estas jornadas teatrales para jóvenes y adolescentes Somos Abril, que la puesta en escena de Pedir la mano, del grupo Teatro Pálpito de La Habana, quien cumplió sus tres décadas de vida artística y nos sigue regalando muy buen teatro.
Una obra de humor criollo, cargado de situaciones graciosas y unas actuaciones convincentes y exigentes, una versión muy atinada de Maikel Chávez sobre el texto original de Antón Chejov, Petición de mano. Hizo estallar de risas al público asistente a la sala Abdala y arrancarles una ovación con vítores y frases de complicidad plena.
A muchos les recordó la hermosa versión que le hiciera en su estreno como director del Polichinela Yosvany Abril, con marotes mimados de piso, una visualidad que aún conmociona a muchos, tras la concepción sin antecedentes en la teatralidad avileña.
Y es que el teatro no necesita más que conectar con el espectador desde el buen texto y un montaje que nos haga sentir lo representado como parte de nuestro día a día. Sin cansar, sin ser una carga más y que nos haga atestiguarlo desde el disfrute más libertino y no desde el fastidioso deber.
Con Pedir la mano, Teatro Pálpito consiguió llegar a su público y colmar la sala de una cubanidad que ha sido escamoteada de la sociedad actual por culpa de las crisis y todos los sinsabores económicos.
Actuaciones memorables desde la sapiencia de Ariel Bouza, y la juventud con mesura y belleza de sus acompañantes.
Estilo de actuación soberbio y con una exigencia mayúscula de los lenguajes corporales, trabajo vocal, dicción, utilización de los elementos escénicos, entre otros asuntos, hacen de la puesta un ejemplo de calidad escénica y buen gusto.
Una hora de espectáculo que no pareciera extenderse en el tabloncillo. Son tantas las soluciones escénicas, los chistes, las onomatopeyas como herramientas para la comicidad, que a uno no le queda más remedio que dejarse llevar y ser feliz.
El evento en sí
Para muchos, fueron excelentes las jornadas teatrales Somos Abril, dedicadas a los jóvenes y adolescentes, desde el cariño y el homenaje al gran Yosvany Abril Figueroa.
Hubo de todo un poco y con la calidad ya acostumbrada cuando se trata de un evento coordinado desde el Consejo Provincial de las Artes Escénicas, con el apoyo superlativo de Latin Luli’s production. Con el acompañamiento siempre oportuno de la Asociación Hermanos Saíz y de la UNEAC.
Desde teatro con títeres y sin títeres, hasta monólogos, el público avileño fue testigo del buen teatro hecho en Cuba y en este terruño. Porque con Náufragos, de Caminos Teatro, y El zapato sucio, de la compañía Teatro Primero, no hubo lugar a dudas para la buena salud que ha empezado a respirar nuestro dramático.
Con Bebé y La carpetica de yarey, del Polichinela, no hubo mejor señal de que nuestro guiñol sigue siendo espectacular y no ha mermado en la calidad de sus piezas y en la exigencia a sus actores.
Asimismo, la propuesta de la compañía Gestus, de Santiago de Cuba, con su monólogo Omiyiero, remolino de las aguas, fue recibida con beneplácito por el público moronense y avileño. Todos fueron testigos de una actuación memorable de la actriz Lizandra Echavarría Hurtado en su homenaje a La Lupe.
A teatro lleno, también, fue recibido Mejunje Teatral con su No importa, que tanto ha gustado y que en cada una de sus presentaciones recibió muestras de cariño y total aceptación.
De sana teoría estuvieron colmadas estas jornadas con el taller sobre la importancia del buen empleo y confección de las máscaras en el teatro, impartido en dos días por el maestro Ariel Bouza, a los actores del patio y los invitados.
Le confesó a Invasor, la actriz del Polichinela, Laura Oller Ovejero, lo genial de transmitirle a todos los actores del teatro las buenas prácticas sobre este maravilloso arte que tiene muchas aristas y que se podría explotar mucho más, para beneplácito de las obras y en función del mensaje que con ella se quiere transmitir.
Fue gratificante, además, ver a los grandes de la escena teatral contemporánea en Cuba, Ramón Silverio Gómez, Freddys Nuñez Estenoz, Ariel Bouza, y tantos otros, discursando en el tabloncillo de la sala Abdala sobre la vida y obra de Yosvany Abril, quien marcó para siempre la historia del teatro avileño con su frescor y genialidad.
Tomado de Invasor