Era incapaz de controlar los incesantes movimientos de sus piernas. Quizás los expertos se aventuraran a definir su conducta como principio de un síndrome neuropsiquiátrico. Pero es simplemente ajedrez. Es el sufrimiento de los 64 escaques. Hacía un ademán para tomar el alfil negro y retiraba su mano temblorosa.
El Maestro Internacional (MI) camagüeyano Jorge Roberto Elías Reyes tenía un estado de nervios tal, que dudaba de sus propios cálculos. Volvía a pensar el movimiento. El reloj lo amenazaba. Los lances en el medio juego y el final los ejecutaba con miedo.
Sí, con miedo de perder ante el Gran Maestro (GM) habanero Dylan Isidro Berdayes Asón. Era la antítesis de su oponente. Exteriorizaba demasiada serenidad para todo lo que se definía. Tal vez, en su interior, lo acechaba el pavor a la derrota, pero su rostro era apenas expresivo. Escondía los brazos bajo la mesa hasta su siguiente movida. La hacía con agilidad, como si tuviera todo muy bien planeado. Siempre le impregnaba seguridad a sus decisiones sobre el tablero.
Todo resultaba paradójico. Elías había vencido a Berdayes en la partida anterior. Unas tablas le bastaban para adjudicarse el título absoluto de ajedrez clásico de Cuba. El match se decidía en la modalidad de rápidas, cada uno contaba con 15 minutos, más 10 segundos de bonificación por jugada.
Eran más de las 5:00 de la tarde. Elías (2489) y Berdayes (2467) se exprimían las neuronas desde las 10:00 de la mañana. Ambos llegaron a la última fecha del Campeonato Absoluto empatados en la primera posición, con seis puntos, a los GM’s Lelys Stanley Martínez Duany (2457) y Ermes Espinosa Veloz (2499).
Mediante el sistema suizo, la ronda 10 deparó el choque entre Elías y Ermes. En tanto, los otros dos no tuvieron como rivales a aspirantes directos al trono. Lelys firmó el armisticio y, consigo, la imposibilidad de ocupar el primer puesto, toda vez que Berdayes ganó su enfrentamiento. Fue, por unos minutos, el virtual campeón, justo hasta que Elías inclinó el rey de su contrario. Para desempatar debían jugar dos partidas rápidas y, si persistía la igualdad, dos de de la modalidad blitz.
A la lid faltaron tres serios contendientes, tres GM´s que han integrado el equipo olímpico. Se ausentaron por motivos personales Omar Almeida Quintana (2486) y los dos campeones anteriores, Elier Miranda Mesa (2516) y Luis Ernesto Quesada Pérez (2535). El torneo parecía hecho para que Luis Ernesto defendiera su corona. Después de más de una década, Ciego de Ávila volvía a ser la sede.
Sin la presencia del local y demás trebejistas, creció el favoritismo del GM Carlos Daniel Albornoz Cabrera (2575), doble monarca nacional, primer tablero y líder en coeficiente Elo del país. A su candidatura se le sumó entonces su triunfo previo en el campeonato de blitz.
Según el ranquin inicial, Elías y Berdayes eran tercero y quinto. Sin embargo, el oro les parecía más distante. Elías siquiera pensaba en ello. Su propósito era alcanzar los 2500 de Elo y regresar a su Camagüey como GM. “Desde el (Memorial) Capablanca me preparo para completar el título de GM, pero en las últimas competencias no he estado en el mejor momento deportivo”, explicó.
El final de 2024 fue tan negativo para Berdayes, que siquiera se ilusionaba con un inicio de año muy diferente. “Tampoco tuve un buen torneo blitz y empecé haciendo tablas con jugadores de menos Elo. Me sentí un poco decaído con eso. Nunca vine con expectativas muy altas”.
Berdayes y Elías sumaron sus primeros éxitos en la segunda ronda. Luego, el camagüeyano alcanzó otro en la cuarta, que lo ubicaba en la cima junto a un grupo de cinco más. Tras una serie de tablas, Berdayes recuperó la senda victoriosa en su sexta y séptima partidas, afianzándose en los puestos de arriba, al tiempo que Elías dividía los puntos y empezaba a rezagarse.
Con un repunte de par de victorias, al final, se hizo de un asiento en la final de rápidas. Berdayes también había asegurado el suyo tras idéntico resultado en la última clásica. Ambos concluyeron líderes e invictos.
Ni para Berdayes ni para Elías el ritmo de las partidas rápidas era el ideal. “No se me dan bien y no estoy de acuerdo con que campeonatos de clásicas se defina así”, dijo Berdayes. “De hecho, son mi área más débil en el ajedrez”, dijo Elías. Prometía ser un duelo más equilibrado. Hasta el desenlace, la primera “lucha” mostró paridad.
En las afueras del local donde se disputaba el título, estaban reunidos varios de los trebejistas que habían terminado su participación. Carlos Daniel Albornoz se había hecho de uno de los palcos principales: una silla junto al cristal que lo separaba de la discusión de la corona. La impaciencia también calaba en sí.
Se levantó en repetidas ocasiones con la convicción de que serían tablas. Pero él es consciente de lo veleidoso que son los finales de peones en partidas rápidas. Las imprecisiones se vuelven comunes y Elías supo aprovechar muy bien las del rival.
La consternación del capitalino habría de durar muy poco. Solo contaba con cinco minutos para reponerse de la derrota inicial. Elías salió acaso unos segundos para escuchar al propio Albornoz. No le habló de las aperturas que suele utilizar Berdayes ni le planteó una estrategia a seguir si el medio juego era cerrado.
Albornoz le dijo que jugara a ganar la partida, que nunca intentara dividir el punto aunque así asegurara el trofeo. “Le dije que no se presionara, que mantuviera el mismo espíritu. Más que mi compañero de equipo es como un hermano para mí y nos mantenemos en comunicación constante”.
Elías tomó el consejo, pero la presión por ganar difería de la de Berdayes. En un Gambito de Dama, el habanero debió asumir la mayor cantidad de riesgos. Elías era más cauto. Berdayes agredía con las blancas y el camagüeyano se acostumbraba a defender.
Afuera, los ajedrecistas coincidían en que la posición favorecía a las piezas claras. Adentro, el suspenso crecía jugada a jugada. Afuera era 14 de febrero, retumbaban los “repartos” de Bebeshito y hubo quienes también vinieron a bañarse en la piscina del hotel Ciego de Ávila. Adentro no se sabía qué fecha era y, aunque el bullicio se sentía, jamás se disipó la concentración.
Jamás no. En un punto de máxima tensión, cuando la partida entraba en el final… se fueron las luces y se les cortó la respiración a ambos. Hubo absoluto silencio. En un país donde los apagones son tan largos y habituales, este agarró a todos por sorpresa; pero los cinco minutos que tardó en encenderse el grupo electrógeno sí parecieron horas. El apagón, como tantas otras veces en Cuba, tuvo su rol determinante.
Ese tiempo en que el reloj se detuvo por decisión arbitral, fue suficiente para que Elías se replanteara cómo proseguir, justifica Berdayes, quien realmente fue otro luego del fallo eléctrico. “Recuerdo que él tenía 1:46 minutos. Ese pare le permitió resolver la situación”. Berdayes comenzó a ceder la ventaja, mientras su contrincante tomaba la confianza que le había faltado. “Mi posición era ganadora, pero el apagón me sacó por completo. De todas formas, era parejo para los dos”. Hasta que su fracaso fue eminente, Berdayes extendió la pugna. “Creo que Dios estuvo de su parte”.
“Estoy muy feliz, muy feliz y agradecido con Dios. No soy todavía GM, pero haber salido campeón está muy bien”, masculló Elías cuando tuvo la certeza de la victoria. Siempre fue el elegido y nada ni nadie se le pudo interponer. Ni un apagón, ni Berdayes iban a ser capaces de arrebatarle el título.
Tomado de Invasor