Los días recientes, cuando factores externos e internos se unieron para acrecentar las vicisitudes de la vida cotidiana de los cubanos, nos dejaron enseñanzas que no debemos obviar y llaman a revisarnos personal y colectivamente para preservar valores que nos han caracterizado como pueblo.

Los ejemplos de solidaridad internacionalista de Cuba están presentes desde los mismos inicios de la Revolución, con la primera brigada de galenos enviada a Argelia en la década de 1960, aun cuando el país sufría el éxodo de médicos estimulados por la política imperialista para privarlo de sus recursos humanos, la cual marcó el inicio de un camino que no se ha detenido hasta hoy.

Son incontables las veces, a largo de la historia, en que los cubanos, movidos por nobles sentimientos de empatía hacia otros pueblos, han acudido a ofrecer ayuda ante catástrofes, compartido sus escasos recursos con otros más necesitados y hasta derramado su sangre en defensa de las más justas causas.

Muy tempranamente, en los albores de la Revolución, el 2 de enero de 1961, Fidel sentenció:

“La Revolución ha despertado el sentido moral del pueblo; la Revolución ha despertado la solidaridad humana en los hombres y mujeres de nuestro pueblo; la Revolución ha abolido el egoísmo y ha convertido la generosidad en la virtud principal de cada ciudadano; la Revolución ha recogido lo mejor de la nación; la Revolución ha barrido, la Revolución ha purificado, la Revolución ha adecentado, la Revolución ha redimido”.

Pero esos valores, alimentados al calor de la Revolución triunfante, son actualmente vulnerados por nuevas condiciones históricas y económicas, además, atacados ex profeso por los enemigos políticos e ideológicos que alientan el egoísmo y el fraccionamiento, a sabiendas de que la solidaridad y unidad han sido el principal escudo que poseemos.

En situaciones adversas como las que vivimos se hace más necesario que nunca la empatía entre vecinos, la asistencia y acompañamiento a los más necesitados y vulnerables, el fortaleciendo de los vínculos familiares y redes comunitarias, para compartir no solo algún que otro recurso material, sino también afecto, esperanza y confianza.

Al individualista, que trata de lucrar con la necesidad de otros y multiplica el precio de un saco de carbón en momentos en hay familias impedidas de cocinar alimentos por falta de gas o electricidad, hay que oponer la actitud de aquellos altruistas que ofertan comida gratis en sus negocios para niños, ancianos y necesitados; a los que buscan desenfrenadamente el interés y llegan hasta la venta de su sangre, siempre se opondrán muchos otros dispuestos a desterrar el sueño durante largas jornadas, empeñados en encontrar solución para los problemas más perentorios.

Es hora de analizar cuanto hicimos y cuanto nos faltó, pero sobre todo, hora de reactivar los conocimientos y adiestramiento que tenemos de décadas pasadas, cuando nos preparamos, con la guía del líder de la Revolución, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, para enfrentar una opción cero, de haber llegado el momento.

En el pueblo hay experiencia y capacidad para generar iniciativas y mantener la vitalidad de servicios básicos, sostener las comunicaciones y trasmitir la información oportuna y precisa, que permite actuar y tomar las mejores decisiones, no solo mediante los medios de comunicación, sino a través de radio bases, líderes comunitarios, organizaciones de masas y de persona a persona si no existiera otra alternativa.

Nadie debe pensar que está solo, ni debe dar cabida al desaliento, por el contrario, debe reflexionar sobre como puede aportar y contribuir al esfuerzo colectivo, para resolver nuestros problemas porque de la historia hemos aprendido que podemos vencer cualquier obstáculo por grande y difícil que sea.

Las palabras de Fidel, cual si las hubiera pronunciado ayer, nos señalan el camino:

“A aquellos que digan que nuestra lucha no tendría perspectiva en la actual situación y frente a la catástrofe ocurrida, hay que responderles de una manera categórica: Lo único que no tendría jamás perspectiva es si se pierde la patria, la Revolución y el socialismo”.

Pongamos cerebro y corazón para vencer los retos que tenemos por delante y defendamos la unidad que nos hace más fuertes. Hay batallas que no solo se libran con cañones y fusiles. Preparémonos para ser capaces de vencer en cualquier escenario.

Tomado de Invasor

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