“Blas, Blas, Blas, la prensa quiere hablar contigo”. Fue entonces cuando abrió los ojos del tamaño de una bola de billar, con la intención de no cumplir la orden de Yulema Yero Pérez de Corcho, directora comercial de la Empresa de Productos Lácteos de Ciego de Ávila.

El respeto se impuso y Blas Castillo Rodríguez, con la humildad a flor de rostro, a veces cubierta por el overol con señales de mucho trabajo, dio media vuelta y saludó.

Fue así como dio la oportunidad de que hoy muchos conozcan a través de las páginas entintadas de este diario, qué hay dentro del corazón de una persona humilde que lucha contra imposibles, en una industria en la que faltan recursos, pero existen muchos, muchísimos, trabajadores como Blas, con dignidad y decoro repartidos en esfuerzos cotidianos.

Cuando hace unos tres años llegó a la Empresa Láctea de Ciego de Ávila, conocida desde siempre por el Lácteo, no tardó en hacerse notar por la inquietud, por las ideas salvadoras que comenzó a aportar ante las constantes paralizaciones de esa industria que, además de estar mordida por el bloqueo yanqui contra Cuba, lucha contra por no dejarse vencer ante la obsolescencia tecnológica, con equipos de muchos años en explotación.

De todos los lugares donde ha trabajado, los que más le han marcado son la empresa avileña Ciegoplast y ahora el Lácteo.

“En la primera aprendí y me adiestré en el tema de la electricidad y otros oficios que me sirven en mi desempeño actual. De aquella también me gustaba que cada vez que salía destacado en las cuestiones de la Anir, iban al CDR y lo informaban. Yo me sentía muy orgulloso. También llegaban a la escuela, al aula de mis jimaguas, y hablaban de mí y yo no cabía en la ropa y ellas se ponían muy orondas y decían que su papito era el mejor. Imagínese”.

—¿Y ahora no lo hacen si usted sigue estando entre los mejores?

—Quizá lo hagan algún día, pero considero que tres años es poco tiempo y yo debo hacer todavía más por mi empresa. No he hecho tanto.

—¿Como anirista qué prefiere: recuperar, innovar, fabricar…?

—He tratado hacer de todo. Nunca me propongo algo en específico, porque sería un ‘flay’ al receptor. Además, con las carencias de recursos, uno se ve obligado moverse en las tres direcciones.

“En las máquinas embolsadoras hemos tenido que inventar cuchillas, las planchas de sellado. En la máquina de leche en polvo hay sensores a los cuales le hemos adaptado resistencias. Soluciones sencillas y de gran impacto. Gracias a nosotros el Lácteo trabaja. El salario es bajo, de apenas unos 2900.00 pesos, pero siempre hay quienes estamos dispuesto a ponerle el pecho y el corazón a las dificultades”.

Blas, hace unos meses, se hizo famoso en Cuba entre los innovadores del Minal, con la Adaptación de los sensores para el secado de las tuberías por control automático, y por las famosas cuchillas para el corte y sellado de las bolsas de nailon.

Y cuando muchos hablan de uno, es porque ese uno se hace notar. Milady Conesa Acosta, ingeniera eléctrica, máster en eficiencia energética, jefa de mantenimiento de la UEB número Uno de la Empresa de Productos Lácteos de Ciego de Ávila, habla de Blas, el rey de la humildad y las soluciones: Blas tiene muchos conocimientos en la parte de electricidad y la automática. Es uno de los principales autores de las innovaciones en esta UEB, conformada por 63, entre operarios de caldera, de sala de máquina, instrumentistas, plomeros, paileros, soldadores, mecánicos industriales…

Si algo quiso aclarar Blas es que “en todas mis inventivas —dice— está presente el concurso de mis compañeros de trabajo, mi colectivo, porque desde que lanzas la idea de la posible solución, el resto se pone en función del trabajo y hasta se perfecciona lo que pensaste inicialmente”.

Tomado de Invasor

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