Afuera llovía. Y adentro, el calor pegajoso retrasaba las palabras. Los espejuelos empañados por el vapor ocultaban aún más sus pequeños ojos. Alain buscaba respuestas, como quien busca una canción en su mente para tararearla. Y despacio, casual, la trova siempre tenía algo que ver.

Los orígenes como trovador de Alain Pobeda Álvarez fueron en el seno de una familia con arraigada tradición de música campesina.

Casi todos los miembros eran músicos y despertaron esa sensibilidad en él a medida que crecía. “Mi papá era un guitarrero. Aunque fue profesor de Física muchos años llevó la música siempre a la par de lo que él hacía. Nunca se dedicó a la música profesional ni nada, pero aprendí con él canciones de la vieja trova y eso fue una gran influencia que yo tuve”.

—¿Cuándo comenzaste entonces como trovador?

—Ya con 15 años siento la necesidad de aprender a tocar guitarra. Uno de mis hermanos mayores escribía sus propias canciones y yo empecé a escucharlas e interesarme más por la trova. Después me fui a estudiar para La Habana una carrera que se llama Licenciatura en Construcción de Maquinarias. Llegué con 18 años. En la universidad había un aula con todos los instrumentos que te puedas imaginar. Ahí empecé mis primeros pasos como trovador solista.

—¿De forma autodidacta?

—Sí, aunque tuve maestros de canto, porque di Educación Musical; y un profesor excelentísimo de guitarra. Gracias a ellos también me superé.

Naturalmente, llega el momento en que Alain comienza a componer sus canciones y a la primera la titula Buscando un lugar. Como si fuera el presagio de un joven cantautor que enuncia su voz al mundo y anhela su sitio entre la multitud de voces.

“Leía muchísimo, pasaba horas leyendo y eso me motivó a escribir. Pienso que el trovador, compositor o escritor debe leer. Porque leer retroalimenta de alguna manera tu vocabulario. Tu forma de ver la vida”.

—¿La sensibilidad de los trovadores se debe a la misma formación que ellos van cultivando?

—Lo más importante que yo pienso del trovador es esa compañía que hace la guitarra y los sentimientos que ella provoca. Es una mezcla inseparable.

Perseguir un sueño requiere valor. Reunir valor, sin embargo, no es fácil para nadie. A menos que sepas con total claridad quién quieres ser y a qué te quieres dedicar. Para Alain tener estas certezas fue tan simple como escuchar las canciones de sus trovadores más queridos. Cuando menciona a Silvio, a Pablo, a los hermanos Feliú, o a la generación de la novísima trova; Polito, Varela, vislumbro el orgullo gentil de quién sabe que eligió bien su sueño.

—Si pudieras escoger ¿Con quién te gustaría compartir escenario?

—Con Silvio.

Lo dijo sin pensarlo dos veces, y explica “Yo soy un silviólogo. Soy un trovadicto de Silvio”. Aún así, Alain se reconoce amante de todos los trovadores, “principalmente de la trova tradicional, de la vieja trova como le llamamos. Esas canciones de Manuel Corona, de Sindo Garay, incluso de Pepe Sánchez con su primer bolero Tristezas… eso me transmite un sentimiento”, suspira.

—¿Cuáles son los temas recurrentes en tu música?

—Soy muy recurrente con la familia. Tengo una canción a mi mamá, una a mi abuela y también a mi abuelo. Él era un campesino y a cada rato decía sus décimas, eso me inspiró a componerle Memorias de un Abuelo.

“Es una de mis mejores canciones, porque es muy sincera. Fue escrita sobre la vivencia de donde crecí; con ese abuelo, con ese pozo, con esa agua. Y entonces, es la canción que más quiero”.

—¿Cómo has divulgado tu música? ¿Cuentas con algún álbum?

—No tengo un álbum. Siempre hago presentaciones en vivo, a veces como dúo o con mis hermanos. No he tenido la oportunidad de grabar profesionalmente, es mi sueño poder hacer un disco con mis canciones. Con las mías y con las del proyecto Trova Tenaz, que lo conformamos mi hermano y yo, y cumple 20 años de fundado.

Hace poco asumió el cargo de director de la Casa de Cultura de Morón, aunque Alain ha tenido más experiencia como instructor de arte, pretende enfrentar este reto de la mejor manera posible y aprender todo lo que pueda. Ante la preocupación de su familia y amigos acerca del tiempo que ahora podrá invertir en su arte, él responde “yo compongo dondequiera, siempre estoy tratando de escribir algo”.

El papel del creador en la localidad es motivar a los demás. Alain parte de esa perspectiva, con el proyecto en desarrollo Creares Crecer, cuya premisa es enseñar a los niños y niñas a crear sus propias melodías y letras con juegos de creación artística.

Ya son 30 años de trayectoria profesional, pero Alain aún vive la trova apasionadamente. Todavía lo asaltan los nervios sobre el escenario.

Todavía los supera. Entre sus recuerdos más especiales está aquella vez que cantó junto a Anabel López y a Xiomara Laugart, dos grandes intérpretes de la trova de nuestro país. Al final, atreviéndome a conocer un poco más sobre él, reproduzco algunas de las famosas preguntas de Inside the Actors Studio:

—¿Qué sonido amas?

—El del violín.

—¿Qué sonido odias?

—El reguetón.

—¿Canción favorita?

—Mía, Memorias de un Abuelo. Otras; Longina, Santa Cecilia y Oh Melancolía.

—Si al morir las puertas del cielo se te abrieran ¿Qué dirías?

—Gracias por todo.

De nada…

Tomado de Invasor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *