Un flaco culto de andar ligero y ensimismado en sus propias elucubraciones, Nelson Aragón Martínez (Ramones Viejos, Florencia, 1978), a sus 46 recién cumplidos, siempre está dispuesto al diálogo, a las disertaciones.
Es casi un especialista en materia de colonización y descolonización cultural. Hablar con él sobre estos temas es como asistir a una conferencia magistral en la Universidad de La Habana junto a Abel Prieto y otros intelectuales.
Tiene una licenciatura en Estudios Socioculturales y está al terminar un doctorado en Ciencias Sociológicas. Trabaja como especialista en Ciencias, Tecnología e Innovación en la Dirección Provincial de Cultura; es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, entre otras organizaciones; y dirige la Cátedra Cubana de la Cuentería en Florencia, que fundó en 2009, junto a Waldo Leyva.
Reconoce que, para el cubano, defender una identidad que es sedimentada por la aplastante colonización española, siempre será tema de debate y de no pocas confusiones.
—Si un artista está perdidamente colonizado, y solo reproduce un arte devenido de esa colonización, ¿estaría formando un público colonizable?
—En el caso de un artista que su mente esté colonizada, y sus patrones sean colonizadores, es evidente que habrá una relación dialéctica con su público. El artista está formando, o mejor deformando, al público en patrones colonizadores. Eso sí es grave. Diría más, es de lo más grave. Ese patrón colonizador proviene de una potencia hegemónica. Cuando el artista está reproduciendo su arte está, también, formando un público al servicio de esos centros de poder. Y lo peor es que, a veces, ese artista lo pagamos nosotros. Ahí es donde está la contradicción. Ese artista lo estamos pagando de nuestro presupuesto, el del Estado; y es algo muy recurrente, algo que se ha normalizado en la gestión cultural en la actualidad.
—¿Y cómo ponerle freno a esa creatividad nociva sin caer en la censura?
—¿Qué cosa es censurar? Cuando hay un producto artístico y cuestionamientos sobre ese producto artístico, es lo que llamamos censura. No habría necesidad de llegar a cuestionar esa obra si hay un entendimiento, por parte de los artistas y de las instituciones, sobre el hecho de que, en este país, existe una política cultural, existen programas de desarrollo; o sea, hay toda una proyección de la gestión cultural con la cual se trata de normalizar los procesos educativos y formativos a la par de la salvaguarda de nuestra identidad.
—¿Dejarse llevar por las influencias foráneas culturales podría ser una forma de colonización?
—La influencia es otra cosa. Cuando estamos hablando de que hay un grupo de jóvenes en la provincia que sigue y que ha tomado como referencia los bailes de los coreanos, por ejemplo, eso no solamente está pasando en Cuba, está pasando en México también; pero eso no es colonización cultural, esos son los préstamos constantes que han existido siempre. ¿Y a Corea le interesa colonizar a Cuba culturalmente? No.
“Nosotros tenemos elementos culturales en nuestro proceso formativo que tomamos de todo el mundo: de chinos, árabes, norteamericanos, rusos. El ser humano, en ese constante intercambio, tiene una predisposición a asumir rasgos de otros, pero de modo abierto, bilateral; lo que te quiere dominar a la fuerza, es la colonización.
“¿Cuánto ha influido la cultura cubana en Colombia, en México, y tantos otros países? Sin embargo, nosotros no tenemos interés de colonizar a nadie. Sencillamente somos un referente cultural en el mundo en el campo de la música y otras cosas”.
—¿La colonización cultural también puede suceder de manera positiva, o todo en ello es negativo?
—Toda colonización cultural es negativa, porque es un ejercicio de poder. Una cosa son los préstamos culturales, los intercambios; y otra son los fenómenos de transculturación, porque de hecho se trata de un ejercicio de la fuerza dominante. ¿Dónde está el problema que yo veo aquí? El problema en Ciego de Ávila, y en Cuba, es que a la colonización cultural se le ofrece muy poca resistencia.
—Entonces, ¿has visto tendencias de colonización en algunas de nuestras instituciones de la Cultura?
—Sí, he visto elementos de colonización cultural en nuestras instituciones. No voy a ser absoluto, pero la mayoría reproducen elementos de la colonización cultural. Cuando tú tienes una política cultural y, al mismo tiempo, financias otra cosa que no es lo que debería ser prioridad, desde el punto de vista jerárquico en esa política, estás favoreciendo la colonización cultural. Cuando no defiendes los elementos de la identidad de tu terruño con la vehemencia que tienes que defenderlos, y no le pones dinero a la preservación de la memoria, y ese dinero se lo estás poniendo, entonces, a un evento muy grande, de mucho lujo, donde vienen incluso extranjeros, lo que hace es reproducir las culturas hegemónicas y tú —la institución— lo estás pagando. Sin embargo, no pagas lo que tienes que pagar.
“En Ciego de Ávila, yo diría que una de las instituciones que más defiende la descolonización cultural en el campo de la cultura es el Centro Provincial de Patrimonio y su red de museos. De hecho, porque le toca. Es muy difícil ver ahí rasgos y elementos que no sean de defensa e identidad. Pero la mayoría de las instituciones sí reproducen la colonización cultural. Porque se trata de que tú eres consciente de que te están colonizando, pero, entonces, ¿dónde vas a poner tus recursos humanos y financieros, equipamiento, todo? Para no ir muy lejos, el evento recién finalizado, Buscando la Tradición, que defiende las culturas folclóricas, contó con mucho apoyo, pero no el suficiente. Sin embargo, otros, con muchísimo dinero, caen en zonas neutras, ni pa un bando ni pa’l otro: ni defienden la identidad cultural ni tampoco reproducen, en una magnitud grande, la colonización cultural. Entonces, no aportan nada; y, si no aportan nada a la descolonización, están de más, ¿no crees?”.
—¿Consideras que la Ciego de Ávila actual está colonizada culturalmente?
—Sí, lo considero. El proceso de colonización cultural está en constante movimiento; o sea, no es algo estático. Hay elementos para emitir un juicio crítico y enunciar que Ciego de Ávila tiene un alto nivel de referentes culturales que son resultantes de ese proceso de colonización cultural. Entre los más significativos está, a mi juicio, lo que se ve a nivel de vida cotidiana, sobre todo en los emprendimientos no estatales, aunque la colonización está hasta dentro de los sectores culturales. Ahí podemos ver las vestimentas de las personas que sirven en los restaurantes, con la reproducción casi exacta de modelos ni siquiera occidentales, ni siquiera eurocéntricos, sino americanos.
“Y no estamos hablando de americano como país, como Estados Unidos de Norteamérica; estamos hablando de Miami. Asimismo la música que ponen, que es extranjera casi en un ciento por ciento. Esos son rasgos importantes de la colonización cultural que se ven a diario. Pero lo más interesante no es lo que se ve, sino lo que se hace en función de desmontar eso: no se hace nada, porque se ha legitimado como algo normal, y la gente no ve las consecuencias. Lamentablemente, los efectos demoran una década, o una década y media, los más inmediatos; otros demoran un poco más. Pero es como si fuera pólvora, se extienden, se reproducen, la reproducción se hace de forma casi instantánea.
—A tu entender, ¿cuáles acciones se deberían tomar en el terruño para iniciar un proceso de descolonización cultural?
—La primera acción que se debe llevar a cabo para un proceso descolonizador es saber qué cosa es colonización cultural. Saber hasta dónde estamos colonizados, saber cuáles son los patrones que estamos reproduciendo y son colonizadores. Eso es lo primero. Después, vamos a ver cuál es el antídoto. Y para esto, lo digo de manera absoluta, no hay nada mejor que la defensa de nuestra propia identidad, la defensa de nuestra cultura.
“Ahora, ¿qué pasa? Que en el estado de precariedad en que podemos estar nosotros en este momento, cuando no siempre hay recursos para defender y enaltecer nuestra oralidad, la rumba, nuestro punto cubano, nuestros museos, La Trocha Militar de Júcaro a Morón, y mucho más, se hace muy compleja la resistencia.
“Es muy importante que las nuevas generaciones asuman de alguna manera esos referentes culturales en su universo simbólico. Los elementos culturales tienen que representar algo importante o, de lo contrario, no le importan a nadie, y por eso se orinan en la Alameda de la Locución y a los pies del monumento de un mártir, porque no se sabe quién es, no se sabe lo que hizo, y para muchos no representa nada ya”.
—¿La colonización es reversible?
—Sí, y es asombroso ver como a muchos países colonizados no les quedó otra alternativa que asumir referentes de los colonizadores. Realmente quisiera ser más positivo, pero yo no veo por ningún lado, aparte del discurso, que se hagan acciones concretas descolonizadoras. Ni lo veo en Educación, cuando algunos maestros permiten a los niños a que vengan disfrazados en Halloween; ni lo veo en la Cultura, como ya te expliqué.
—¿Crees que en Ciego de Ávila existe personal capacitado para hacer posible la descolonización cultural?
—Eso no lo cambia una persona, ni Educación, ni Cultura; lo cambia todo el mundo. Ahí tenemos que incidir todos. Quizás una persona sí puede coordinar un programa de descolonización cultural, pero no lo va a conseguir por sí solo.
Tomado de Invasor