Idalys Ortiz se marchó de la competencia del Campo de Marte con la frente bien alta. “Estoy satisfecha”, declaró minutos después ante la prensa, con el judogui semiabierto. Caminaba con tranquilidad, como quien no hubiese perdido una batalla, aunque esta marcaba el final de su carrera.
A sus 34 años de edad, Idalys no tiene nada que demostrar. Una trayectoria repleta de logros y un legado imponente han caracterizado su paso por este deporte. Un oro olímpico, dos platas y un bronce son muestra del altísimo nivel que ha mantenido esta atleta de Pinar del Río durante décadas.
Los últimos momentos de Idalys sobre el tatami pasaron casi desapercibidos por la afición. El destino quiso que compartiera “espacio de competencia” con el gran Teddy Riner, quien en el otro tatami lograba una proeza que hizo vibrar a toda Francia.
Idalys venía de un mal resultado en los Campeonatos Mundiales de judo celebrados en mayo, donde cayó en dieciseisavos de final. Sin embargo, apenas un año antes había conseguido dos oros en los Juegos Panamericanos.
Quizás eso, su condición de cubana o simplemente la estirpe de esta gran mujer, la impulsaron hasta París.
A las 10:37 de la mañana saldría primero, vestida de blanco.
Le bastarían solo 28 segundos para vencer con excelente técnica de estrangulación a la joven india Tulika Man.
“Para mí fue un gran reto haber clasificado luego de estar ausente un tiempo de la alta competición. Para mí fue un logro haber estado aquí. Muchas personas me ayudaron, mi familia, mis amigos. Me voy con la satisfacción de haber participado en unos quintos Juegos Olímpicos”, declaraba.
Junto a Idalys, el honor de participar tantas veces en Juegos Olímpicos lo han tenido otros ilustres judocas como Telma Monteiro (POR), Ryoko Tani (JPN), Robert VandeWalle (BEL) y Driulis González (CUB). Teddy Riner (FRA) también está en su quinta vez.
Rendirse no era una opción, comentó con esa sonrisa inconfundible que le devuelve la confianza hasta a los más escépticos. “Nadie dijo que sería fácil, todo el mundo hace sus sacrificios”, agregaba minutos después de la derrota ante la serbia, que puso fin a su camino olímpico.
Idalys no vacila, no se le nota triste, sabe que lleva en el alma a un país que la quiere demasiado como para verla caer.
“A partir de aquí nos dedicaremos a hacer otras cosas, habrá nuevos proyectos en la vida al lado del judo. Mi gran victoria fue participar. Aunque nos vamos sin la medalla que hubiéramos querido, siempre me vas a ver sonreír. Un revés no significa la muerte, siempre hay que levantarse con la frente bien alta y seguir adelante”.
Aunque adelantó que seguirá vinculada al judo, esta alegre pinareña descartó por el momento ser entrenadora. “Quizás esté de apoyo de otros atletas que vienen surgiendo, porque lo necesitamos bastante, hemos perdido muchísimo en el judo y necesitamos mucho para el próximo cuatrienio”.
Con la sencillez de siempre, la mirada pícara y una sonrisa enorme, se marchó ante nosotros. Un abrazo y un beso, quizás el de muchos cubanos, sellaron el final de este encuentro.
Ha caído una estrella, dirían algunos; sin embargo, ¿no es así como nace lo mejor del universo?
Tomado de Cubadebate