En 2024 también fue difícil anotar carreras, y el beisbol se despidió de un calendario en el que tuvo una pálida presencia en los principales escenarios. Ni en la Copa Mundial Sub-15 ni en la Sub-23 se participó, porque ni siquiera llegamos a ellas. Sí estuvimos en el Premier 12, pero solo se pudo ganar un partido.

Continúa debiéndose un resultado que complazca a la pasión de los aficionados, entendida como la de un pueblo al que por las venas le corren bolas y strikes, y que ha visto cómo, en este año, caímos al lugar 11 del ranking mundial.

Es justamente ese fervor por la pelota, que atraviesa todo el sendero de nuestra nacionalidad, que nos distingue por ese concepto de cubanidad que el poeta y etnólogo Miguel Barnet describió como la calidad de lo cubano, la que debe convocarnos para recuperar ese rango cualitativo del beisbol.

Su condición de Patrimonio Cultural de la Nación, en la dimensión de sus saberes y prácticas asociadas, disfrutó de un desenlace feliz, el del pasado Clásico Mundial, en marzo de 2023, cuando la selección nacional regresó a los cuatro grandes del planeta.

En ese año, ni en los Juegos Centroamericanos y del Caribe se pudo coronar ese abolengo, todavía menos en los Panamericanos, en los cuales no se obtuvo una medalla. En este 2024, en la Copa del Caribe (la de mayores, pues en la del Sub-15 se logró la victoria), con selecciones rivales muy inferiores, el tercer lugar no alcanzó ni para el consuelo. Habría que sumar la pobre demostración del elenco matancero, campeón de la Liga Élite, en España.

A pesar de esos traspiés, que es cierto que ya son recurrentes, Cuba no tiene un mal beisbol y mucho menos malos peloteros. Tampoco creo que nuestros entrenadores y directores sean deficientes. En nuestra opinión, hace falta rigor para algo tan sagrado como esta viril manifestación deportiva, que es un compromiso social, porque la pelota trasciende el terreno.

Como es símbolo de identidad nacional, es blanco de ataques del mismo enemigo que bloquea despiadadamente a su pueblo hace más de 60 años, y recrudece esa guerra económica para asfixiarlo, con más de 240 medidas coercitivas, y la inclusión en una injusta y arbitraria lista de países patrocinadores del terrorismo.

La pelota es Cuba, no por chovinismo barato, sino porque está en la vocación de ser cubano, y ese es un encargo supremo. Encararla así presupone una certera estrategia de participación que nos la devuelva como el alma del barrio, la cual aportaría el producto de nivel que esperamos en las temporadas de primera categoría. Si no se juega en la comunidad, donde están las escuelas y los niños, no pisaremos home.

Desde ese punto hay que emprender el regreso a los cintillos noticiosos, en otras palabras, hay que refundarnos, justamente cuando acabamos de cumplir 160 años del ingreso de Cuba a la pelota.

El pasado 13 de diciembre, en un pletórico recorrido de sentimientos patrios, Félix Julio Alfonso López, Lesby Domínguez Fonseca, Oreidis Pimentel y Norberto Codina –quien cual lanzador-cerrador, en solo un inning empastó, con la gracia del que vive en la Mayor de las Antillas y con profunda devoción beisbolera, el alma cultural cubana con este deporte que nos enloquece–, nos hicieron viajar desde el siglo xix hasta hoy, a fin de que entendiéramos por qué el beisbol es más que un juego.

Pasaron por la llegada de los primeros bates y pelotas, en 1864, con los hermanos Guillot portando esos implementos, tras un viaje desde Alabama, en Estados Unidos; por los peloteros mambises, y sus aportes a las gestas independentistas decimonónicas hasta las expresiones en el arte, como la literatura, la plástica y el cine.

De Estados Unidos llegó la erudición de Roberto González Echevarría; de México, los conocimientos de César González Gómez y Bernardo García Díaz; y de Colombia, los saberes de Felipe Merlano de la Ossa.

Ellos se reunieron para hablar del beisbol cubano, desde sus orígenes, de Occidente hasta Oriente, también de su impronta en otras geografías. No lo hicieron en un estadio, sino en un ágora, por excelencia humanista –como la pelota–, un sitio que guarda celosamente la vida de Cuba, bajo el nombre de José Martí. La Biblioteca Nacional de Cuba, con su «manager», Omar Valiño Cedré, de anfitrión y moderador, le regalaron al deporte la Jornada Científica por los 160 años de la llegada del beisbol a esta tierra.

Allí estuvo la Dirección Nacional de Beisbol en pleno, pero el rédito mayor sería llevar a quienes dirigen la pelota, a los que la juegan, a los que conducen a los equipos este inmenso caudal de conocimientos de la historia patria.

Nuestros jóvenes y profesores han de conocer a Emilio Sabourín, quien murió en Ceuta, adonde fue a parar por luchar por la independencia de Cuba; al galante beisbolista, para usar el término de Alfonso López, Ricardo Cabaleiro, hombre del Titán de Bronce, Antonio Maceo; primero con tres jonrones en un juego en la pelota de la Isla, y quien también «la botó» en la manigua redentora.

Por lo que representa el beisbol, su historia debería estar en los programas de estudio del profesional que se forme para trabajar en el movimiento deportivo nacional. Sus vasos comunicantes con la cultura nacional, con la épica por la emancipación y sus indisolubles nexos con los rasgos más identitarios de nuestra nacionalidad, son razones para esa presencia en el sistema de enseñanza del deporte.

Se estaría mejor preparado si se sabe todo lo que pesa el uniforme; lo que vale para un niño o una niña, para el abuelo o la abuela darlo todo en una jugada; si se sabe que el equipo o que un pelotero es venerado y es ejemplo en cualquier casa, seguro que se anotarán las carreras y regresarán las victorias.

Aunque no fue un año bueno para la pelota, «contra los demonios», se cubrió el calendario de la temporada nacional; el pinareño Liván Moinelo se convirtió en el primer lanzador latino y apenas en el séptimo no nativo, en ganar un título de efectividad en el beisbol profesional japonés, tras liderar la Liga del Pacífico, con 1.88; y que su comprovinciano, Raidel Martínez, se afianzó, allí mismo, como el mejor cerrador de los últimos seis años, y es, en estos momentos el extranjero que más juegos ha salvado en la historia del segundo mejor beisbol del mundo.

No será 2025 un año exigente en cuanto a retos competitivos, pero sí tendrá que ser un calendario que se lance como punto de partida para que la pelota se levante a la altura que le demanda su más fiel defensor: el pueblo de Cuba.

RESULTADOS EN 2024
Torneo Lugar
Copa del Caribe Mayores 3ro.
Copa del Caribe U15 1ro.
Copa del Caribe Baseball5 1ro.
Panamericano B5 Mayores 1ro.
Panamericano U12 3ro.
Panamericano U15 5to.
Panamericano U18 4to.
Mundial b5 Mayores 1ro.
Mundial de Ciegos 1ro.

 

EVENTOS INTERNACIONALES EN 2025
·         7ma. Copa Mayores
·         3ra. Copa B5
·         2da. Copa Femenina
·         U15
·         U23
·         Femenino Mayores
·         B5 Juvenil
·         U12
·         U18
·         Champions League
·         Serie de las Américas
·         Copa Antillana

 

PELOTEROS CONTRATADOS EN LIGAS EXTRANJERAS
Año Cantidad Liga Cantidad
2020 9 Japón 8
2021 23 México 4
2022 32 Italia 13
2023 38 Canadá 4
2024 49 Venezuela 12
total 151 Rusia 6
    Nicaragua 2

 

Tomado de Granma

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