Sería vano el intento de abarcar de un pestañazo la Circunscripción No. 8 del Consejo Popular Pedro Martínez Brito. Chocaría con los vericuetos que el desorden urbanístico y los movimientos migratorios causaron en algún momento, sin obviar los puntos en que las carencias actuales se traducen en obstáculos insalvables. Por el momento.

Pero siempre es posible hacerse una idea cuando se recorre la extensión que va desde la calle Chicho Valdés (Carretera Central) hasta la línea del Ferrocarril Central, aunque las fronteras varían en esta porción de la ciudad de Ciego de Ávila. De una zona más o menos céntrica, con mejor infraestructura, la imagen de la circunscripción va transformándose hacia el Sur. Frente a la línea férrea confluyen casas típicas del patrimonio local con inmuebles donde prevalece el hacinamiento, personas que han venido de la Piñera, Canaleta…

Invasor llega hasta el puesto de mando de la demarcación, o lo que es lo mismo, la vivienda identificada con el número 351 en la calle Chicho Valdés, residencia de David Arias Contrera, el delegado del Poder Popular, a quien lo acompaña Osmany Costa Reyes, para el caso, más que director de la Empresa Provincial de Abastecimiento y Servicios a la Educación (EPASE), padrino de la circunscripción.

A Osmany, quien ya suma ocho años y medio al frente de la EPASE, el encargo le llegó en 2020, cuando el impacto de la COVID-19. “Fue entonces que se habló de padrinos, con el objetivo de hacer el pesquisaje, extremar los controles y la atención…, después el movimiento decayó, pero nosotros seguimos viniendo. En los últimos años recobró fuerza”.

—¿Cuáles han sido las pautas para actuar con acierto en el entorno comunitario?

—Primero, elaborar una buena caracterización, algo que al principio nos faltó. Al mismo tiempo, establecer una estrecha relación con el delegado y el resto de los factores. Aquí hemos llegado a un nivel en que en cada uno de los nueve Comités de Defensa de la Revolución (CDR) designamos a un cuadro de la Empresa, quien de conjunto con un militante del Partido integra un dúo, un pequeño equipo que, en ocasiones, reforzamos con otros compañeros.

“Lo que mejor funciona es una relación a pequeña escala. En las condiciones actuales, no puede pensarse en darle recursos a todo el mundo, sería imposible llegarles al unísono a cerca de 800 personas. A partir de la caracterización comenzamos el trabajo con los vulnerables; hoy tenemos 11 personas con esta situación porque el mayor peso reside en el trabajo diferenciado, a lo cual se agrega la atención a los descarriados por distintas causas.

“Otra cosa son las acciones de impacto social, la higienización y pintura de los dos locales de la Escuela Primaria Manuel Sanguily, la farmacia, los parques; ahora hicimos nuevo el que está en Calle 3, esquina Pasaje Ciego de Ávila. Hubo un momento en que eliminamos del todo los salideros, aunque debemos solucionar otros que han ido apareciendo. También creamos el surviadero, pero se nos ha convertido en un nuevo problema, quizás el más complicado, por una parte debido al depósito desordenado de la basura, y por la otra, por la violación de los ciclos de recogida.

“Ya no nos quedan viviendas con piso de tierra; los erradicamos con una parte del presupuesto de la empresa porque anualmente genera utilidades, de las cuales, por ley, les puedes pagar a los trabajadores un porcentaje; el otro porcentaje puedes distribuirlo a 13 destinos, ahí se incluye la labor social de la entidad; con ese dinero, por ejemplo, hemos reparado y pintado la fachada de más de 20 casas en tres años”.

—¿La actual contingencia energética los sorprende en medio del proceso de rendición de cuenta?

—Ya habíamos terminado las cinco reuniones previstas, con la calidad que esperábamos, ninguna con menos del 80 por ciento de asistencia. Por supuesto, hubo planteamientos. Algunos los vamos a resolver nosotros…

—¿Y qué se hizo como parte del respaldo previo?

—Creamos una comisión en la EPASE, que fue la encargada de poner a punto los escenarios donde se efectuarían las reuniones. El delegado no tenía que experimentar esa preocupación. El fin de semana anterior, se realizaba un trabajo voluntario; dos días antes el dúo visitaba el lugar junto con el presidente del CDR y se puntualizaban aspectos organizativos.

“En la fecha señalada, desde el mediodía estaban allí. Sobre las tres de la tarde se respiraba todo un ambiente, con el equipo de audio de la Empresa, los muebles imprescindibles para la presidencia, además de situar 50 sillas para una parte de los asistentes. Todo engalanado. Lámparas grandes para conseguir suficiente iluminación, sin olvidar otras recargables, para en caso de apagón. A la hora de la reunión siempre aseguramos los símbolos patrios. ¡Ah! Y nuestro Consejo de Dirección completo, con la vestimenta que identifica a la entidad, haciendo acto de presencia”.

Agrega el delegado que “desde horas de la tarde se efectuaba una feria de venta, con alimentos que se producen en la empresa, vegetales del organopónico (en 2023 le arrendaron uno a la Agricultura que abarca una hectárea y está frente a Gases Industriales)”.

—En medio de apagones todavía más prolongados, ¿qué cambió?

—Casi nada, desde que asumí como delegado, siempre hemos estado en contingencia, ¿por qué íbamos a cambiar ahora? Cuando llegó lo del disparo del sistema electro energético nacional, nosotros sabíamos a quién teníamos que atender y priorizar.

—Pero eso puede dar la idea de que EPASE le hace el trabajo al delegado…

—Me eligen estando en Suministros Médicos. Entonces Osmany me invita a su Consejo de Dirección. Estuve un tiempo en esa situación, hasta que me dijo ‘echa pacá, trabajas con nosotros y estás más cerca para resolver los problemas de la circunscripción’. Cuando estoy en la empresa como trabajador, me exige como técnico de Servicio interno, llevo toda la parte de alimentación, el comedor…, pero cuando estamos en la circunscripción, yo soy el delegado.

“Hemos logrado esa armonía y confianza mutua, sentimos que de algún modo compartimos responsabilidades, pero es él quien vive aquí y fue elegido por el Soberano”, agrega Osmany, y con algunas interrogantes disipa cualquier interpretación desacertada del vínculo entre ambos: “¿Qué tiene el delegado para trabajar? ¿Dónde va a buscar los instrumentos para limpiar el área y los cuatro carros para después dejarlo todo lo más limpio posible? ¿O una chapeadora? ¿O los trabajadores de la electricidad que le devuelvan la iluminación al llamado Parque de Juanita?”.

—¿Qué otras referencias ilustran lo que se hace por estos días?

—A partir del sábado anterior vine para aquí, a caminar la circunscripción, para intercambiar con la gente. A veces lo hacemos juntos, a veces solos, en ocasiones les envío para acá a dos o tres compañeros del Consejo de Dirección.

“Si las cosas siguen marchando, mañana (se refiere al miércoles anterior) vamos a ‘meterle un swing’ a varios lugares, de limpieza y de intercambio.

“Tenemos un encamado en calle Pasaje Ciego de Ávila, pero el único problema allí son unas goteras, David lo visitó, vamos a ver qué se puede hacer con eso.

“Les garantizamos carbón a dos familias y desde la EPASE estamos listos para ofrecer alimentos a quien no esté en condiciones de cocinar. Ayer mismo les vendimos croquetas a los vecinos, a cincuenta pesos el paquete. Del organopónico, a mitad del precio topado por la Agricultura, le ofertamos algunos alimentos a los trabajadores; a 10.00 pesos el plátano burro verde, y a 5.00, el burro maduro. Igual procedimos aquí”.

David dice que Osmany es de los que siente como propio el dolor de los demás. “Me reconforta que la gente reconozca que hacemos por ellos y que, en consecuencia, sean mejores seres humanos, mejores personas”, confiesa el padrino, mientras ambos invitan al equipo de prensa a desandar las calles que saben de memoria, dónde asoma la huella del maltrato, dónde prevalece la marca indeleble del amor.

Tomado de Invasor

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