Tantos ejemplos existen, pero en aras del espacio, traigo a la reflexión un caso casi común y sin corriente: Una pareja enfrenta la mayor crisis de la historia en el ambiente hogareño al colapsar las hornillas eléctrica y de inducción, la lavadora, el ventilador, el televisor y el Split o acondicionador de aire.

Ahora el matrimonio le echa manos al carbón vegetal para cocinar los alimentos. Cuando el aparato de lavar la ropa resucitó, pereció la secadora. En vías de solución están los demás equipos. Por supuesto, de continuar su vida útil dependen los susodichos precios y el ingenio de los inventores.

Similares fatalidades trascienden en el panorama económico provincial. Incluso, hay quienes desaprovechan la oportunidad de potenciar las fortalezas y se convierten en debilidades las estimulaciones morales y materiales a los creadores.

Hace dos años titulé un comentario El tren se ponchó en Morón, el cual “levantó ronchas”, sin embargo, menos se ha hecho para echar a rodar con eficiencia el movimiento de innovadores en los talleres ferroviarios de la Ciudad del Gallo, mucho tiempo atrás centro modelo en esa actividad a nivel nacional.

Aunque allí no se detienen las soluciones, sus autores no quieren confeccionar la documentación para inscribir las inventivas y llevarlas como ponencias a los foros, por causa de la desmotivación creciente donde solo quedan dos operadores de máquinas y herramientas, pues ni torneros le llaman desde que desaparecieron los calificadores de cargos.

Siete u ocho directores, en unos cinco años, no han apoyado lo suficiente, ni encarrilado el quehacer de la Anir en esa Unidad Empresarial de Base (UEB), donde no radican la comisión evaluadora de los trabajos ni la cuenta del 30 por ciento resultante de la efectividad económica de las innovaciones, cuyo fondo debe utilizarse, en primer lugar, para la remuneración de los aniristas.

No obstante, el quid del asunto no es la lejanía de ambas cuestiones que radican en la Empresa de Ferrocarriles Centro Este de Camagüey, a la cual pertenece la UEB. Si los inventores aportan soluciones técnicas, pero no las escriben ni inscriben, la cuenta y el estímulo no crecen.

Tampoco van lejos ni corren bien, como los ferroviarios moronenses, Comités de Innovadores y Racionalizadores (CIR) en las empresas de Conservas de Vegetales, la Eléctrica, de Productos Cárnicos, las agropecuarias La Cuba y Arnaldo Ramírez, Recuperación de Materias Primas, Udecam, Divep, Indalecio Montejo, Electromedicina, Encomed, Alastor, Radiocuba, Transmetro, Emprestur, Azutécnica y los centrales azucareros Ecuador y Primero de Enero, entidades con menos inscripciones de las innovaciones en el actual proceso orgánico de la Tercera Conferencia Nacional de la Anir, según se conoció.

En cambio, los miembros del CIR del Departamento de Suelos y Fertilizantes, con una trayectoria de más de 30 años en la gestión de la ciencia y la innovación, siguen realizando aportes y los inscriben para proteger el derecho de autor, más la Delegación Provincial de la Agricultura no los evalúa ni les retribuye.

Los rezagados debieran colocarse a la vanguardia que integran Etecsa, Aprovechamiento Hidráulico, Materiales de Construcción, Cepillos y Artículos Plásticos, Tuberías de Polietileno de Alta Densidad, Aeropuerto Internacional Jardines del Rey y la Constructora El Vaquerito.

Los vanguardistas son los que logran crecerse en lo individual a base de talento y hacen crecer con ganancias la cuenta de la entidad. De manera que resulta vital adoptar medidas con quien haga uso indebido de la cuenta del 30 por ciento en la compra de carteles y pinturas para actos, regalos, servicios gastronómicos exagerados, reuniones y otras cuestiones detectadas que son ajenas a las actividades de la asociación.

Con tres avileños de extraordinarios méritos, entre ellos una Heroína del Trabajo de la República de Cuba, quienes recibieron recientemente la Réplica del Carné de Innovador que ostentara en vida el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, compartí la opinión de que no puede ser simbólica la remuneración a quienes le han ahorrado miles de dólares al país en la sustitución de importaciones, cuando se ha autorizado hasta 80 000 pesos los pagos por concepto de innovaciones y racionalizaciones.

También dialogamos acerca de una contradicción, no antagónica, pero si funcional, que se pone de manifiesto en la práctica: la cuenta del 30 por ciento existe porque emana de la efectividad económica de las soluciones que día a día aportan hombres y mujeres en los puestos de trabajo, pero no es la Anir, sino la dirección empresarial la que autoriza su uso y no en cada lugar tiene la misma efectividad tal decisión.

Ciertamente, en cada lugar no funciona como un reloj el mecanismo administración-sindicato-anir, y es vital que este dé la hora exacta, para evitar, entre otras cuestiones, que no largue el fondo el estímulo moral y material, proveniente, en lo fundamental, de dicha cuenta del 30 por ciento.

¿Puede alguien darse el lujo en estos tiempos de darle curso al desinvento o desatención y no al invento en materia de iniciativas, atenciones y remuneraciones a los consagrados innovadores?

Tomado de Invasor

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