Un día como hoy, el 15 de octubre, Cuba se une al mundo para celebrar el Día Internacional de la Mujer Rural.
Lejos de ser una fecha simbólica, se ha convertido en un espejo que refleja la transformación liderada por mujeres cuyas manos, antes asociadas solo a las labores del hogar, hoy planifican cosechas, dirigen cooperativas y comandan minindustrias.
El reciente encuentro en la sede del Instituto de Investigaciones en Fruticultura Tropical (IIFT) fue un testimonio de este cambio. Productoras de diversas provincias mostraron sus resultados en una Feria de Saberes. El aire olía a futuro, mezclado con el aroma de conservas, condimentos secos, jugos y quesos, todos fruto de su ingenio y trabajo.
Estas mujeres no están solas. Detrás de sus historias de éxito hay una alianza estratégica que incluye al gobierno cubano, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y los apoyos de la Unión Europea y Canadá. Proyectos como ALASS (Autoabastecimiento Local para una Alimentación Sostenible y Sana)
El rostro del futuro
El campo cubano tiene un nuevo rostro, y es la mujer que, es reconocida por su labor integral en la producción de alimentos. Es el de las más de 60, 000 mujeres pertenecientes a la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), cuya participación en cargos de dirección y responsabilidades científico-técnicas muestra un «significativo ascenso».
Su empoderamiento es la semilla de un futuro más próspero. Como bien se expresó en el encuentro, «la mujer rural tiene un papel clave en el desarrollo de la agricultura en Cuba»; no solo como fuerza laboral, sino como emprendedora y gestora. Mientras más voz y más protagonismo tengan, será mejor para el campo cubano.
Que esta crónica sirva de homenaje a su resistencia, su talento y su poder transformador. Ellas son, sin duda, la fuerza que hace florecer el futuro en la tierra cubana.