En definitiva fue un fin agridulce —tal vez más lo segundo que lo primero— para los Tigres, porque, si bien perdieron el derecho de continuar en la postemporada, al caer ante Las Tunas en el último choque de play off entre ambos, el domingo, el triunfo de Granma frente a Matanzas les abrió las puertas para que incursione por primera vez en la Liga Élite del béisbol cubano.
Pero más que este logro, lo que es de aplaudir a esta tropa, es que hizo añicos los vaticinios de pretemporada, y que, en medio de tantos contratiempos de lesiones y dificultades con la salud de varios de sus atletas principales, pudieron llevar a feliz término su encomienda.
Pudieran venir muchos análisis en lo técnico, pero lo cierto es que el conjunto no solo tuvo que imponerse a sus carencias y desnivel competitivo con respecto a la mayoría de sus contendientes,— llenos de figuras mediáticas—, sino que, en medio de la campaña, afrontó importantes ausencias en su alineación regular. Y cumplieron.
Individualidades hubo varias y ya en su momento en este espacio se han reconocido, pero habría que valorar también el papel que desempeñó el colectivo de entrenadores que dirigió el olímpico Dany Miranda. Ellos si pueden decir aquello de que con poco se hizo mucho.
Y no podrá pasar por alto cuanto significó el excelente campeonato provincial que organizó este año la comisión de béisbol, pues ello, unido a la efectiva preparación para la temporada, fue clave en que la escuadra arrancara con aquellos 15 triunfos en las primeras 16 salidas.
Este equipo, a no dudarlo, merece un aparte en la historia de la pelota local. No tiene esa constelación de estrellas que mostraban aquellos Tigres de los tres títulos en la anterior década, pero acaba de confirmar que no solo con nombres se alcanzan las metas.
Tomado de Invasor