Que el fascismo tiene muchas caras no es un secreto. Y que en tiempos difíciles como los que vivimos saca sus peores garras y a sus braceros más malsanos tampoco. A veces asociamos el fascismo solamente con campos de exterminio, con cámaras de gas y con fusilamientos, porque así se presentó al mundo en España y en la vieja Europa. Pero se ha transformado para llegar a lo que es hoy y poder pasar inadvertido entre la población y cumplir sus objetivos.

Hoy en día no hace falta ser el prototipo de fascista de la Europa de entreguerras para querer llevar a cabo las misiones de estas personas en sus viles y crueles existencias.

La historia es tan sagrada que nos enseña y nos avisa. Nada es nuevo, y todo se repite. Todo lo que podamos contemplar, ya ha sucedido antes.

Buena Fe, conformado por músicos de primera calidad cubanos y cuya agrupación original siempre ha estado conformada por Israel Rojas y Yoel Martínez, son un claro ejemplo de que la música cumple una misión humanista y pedagógica. De que se puede hacer arte sin caer en las garras de las temáticas mainstream y sin cumplir con agendas comerciales.

Ellos son un claro ejemplo de música hecha en Cuba con amor. Con ese amor que este país da a su pueblo y a todo el que viene a visitarlo. La suerte que tienen todos aquellos que se acercan a sus canciones es la de sentirse por momentos en paz. Sentirse en una realidad que a pesar de sus dificultades es una realidad que pertenece a un grupo de personas unidas, con un mismo imaginario, con un mismo pasado y presente. Y sobre todo con el amor como eslabón de unión.

Yo nunca los había escuchado hasta que en los últimos años mi militancia con la Revolución Cubana se volvió muy activa. Siempre he tenido gustos musicales marcados en otros géneros como por ejemplo el rock. Pero las letras de Israel me hicieron volcarme por completo en este grupo que para mi significaba todo aquello que muchas veces no he sabido cómo expresar. Y ellos no solo lo expresan si no que lo musicalizan. Este es un claro exponente de cómo las personas cambian, aprenden y aprehenden. Porque los sentimientos de amor lo pueden todo.

A día de hoy puedo decir que gracias a Cuba y a Buena Fe, les escucho a ellos y escucho a la nueva trova. Porque uno se acerca a donde está la belleza, a donde está lo bien hecho. La hermosura en forma y contenido.

Y a pesar de toda esta plenitud que irradian, de todas las personas que dentro y fuera de Cuba los siguen; a pesar de todas las maravillas que despiertan con su música y sus actividades sociales en escuelas, centros de trabajo y allá por donde pasan… no podían serles indiferentes a los perros de presa del fascismo.

A veces pienso que en Cuba muchas personas no son conscientes de lo que esto significa. Muchos hablan de dictaduras imaginarias, de perogrulladas y sueños pueriles sin saber lo que realmente son 140.000 desaparecidos. Sin seguir sabiendo lo que es que lleguen de madrugada a tu casa y te lleven a la tapia del cementerio para fusilarte. Sin imaginarse lo que es una tortura verdadera. Muchos deberían hacer memoria y recordar a José Luís Tasende o a Abel Santamaría; a veces no hace falta trasladarse a España y a las penurias de su dictadura franquista y sus desaparecidos que aún seguimos teniendo. Porque esos mismos métodos, pero en menor escala porque no dio tiempo, se vivieron en la dictadura de Fulgencio Batista.

Buena Fe ha llegado a España con una ola de cariño por repartir y otra de abrazos por recibir. Muchos están siendo recibidos. Pero la maquinaria totalitaria de los países capitalistas ha impedido mediante la censura y los métodos fascistas (y no me cansaré de repetir la palabra) de que algunos de sus conciertos se produzcan.

Esto no es debido a que algunos infelices salgan a vociferar en redes sociales contra ellos o a hacer un “papelón” como bien se dice en cubano, en algún concierto. No. Eso es insignificante. Ese es el gusano que se pone en la caña de pescar para que el pez pique y así el pescador llevarse la presa. Ese pescador es quien se aprovecha de cualquier situación posible para amenazar a promotores, a salas de conciertos y a cualquier lugar con intimidación y miedo. Ese pescador es quien sabe que en España y en el mundo occidental a la mínima amenaza con escraches, pérdida de ventas y mala publicidad, muchos caen por la presión.

Da vergüenza ver que en un país con una historia antifranquista y tantos años de dictadura a nuestras espaldas, sigan operando estas actitudes mafiosas y que a la gente se le trabaje con el miedo.

Igual que es penoso que a cualquiera que defienda a la causa socialista pretendan hundirle la vida. Lamentablemente, muchos conocemos muy bien de qué se trata esta industria: campañas de difamación, intentos de desgaste psicológico, que vengan a la puerta de tu casa a tocar tu timbre y el de todos tus vecinos, que te agarren por el cuello en la calle, amenazas constantes y diarias, amenazas con familiares, escraches públicos, llamadas a puestos de trabajo… Eso a día de hoy pasa en España en pleno siglo XXI. Y no podemos dejar que se normalice, porque llegará un día en que no lo podremos contar.

Pero estos pescadores trasnochados piensan que todo el monte es orégano. Y que las personas como Yoel e Israel van a dejar de alzar su voz en nombre de la música y de todos los buenos sentimientos que representan y que llevan allá por donde pasan. Ellos seguirán cantando, seguirán viajando, seguirán luchando. Todos nosotros seguiremos cada uno en nuestras pequeñas y grandes batallas.
Y nada ni nadie, por mucho que se empeñe, podrá apagar nuestras voces.

A Buena Fe.

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