La IX edición de Circávila 2025 se presentó no solo como una celebración del arte circense, sino como un espacio imprescindible de rescate cultural y humano. A lo largo de tres días intensos y emotivos, esta fiesta del circo demostró su poder transformador, con el público convertido en protagonista fundamental, dejando atrás preocupaciones y abrazando la alegría profunda que solo el arte puede ofrecer. Y todo gracias a la consagración del Consejo provincial de las Artes Escénicas y Latin Luli’s Productions.
Desde el arranque en la primera jornada, el pasacalle por el bulevar de Ciego de Ávila marcó el tono renovador y unitario que ha caracterizado esta edición. La combinación de talentos tanto emergentes como consagrados —desde los payasos traviesos del Polichinela hasta malabaristas de Haliom, estudiantes de la escuela nacional de circo— desplegó un mosaico vibrante que revitalizó tradiciones y sumó frescura con la narrativa veraniega. La magia y destreza, además de la calidad técnica impecable, alimentaron expectaciones satisfechas y rostros radiantes de niños y adultos que encontraron en la fiesta un refugio frente a las crisis cotidianas.
El Día 2 corroboró la excelente calidad escénica y el compromiso artístico con una mañana en el San Carlos de Morón donde el circo Rayitos de Sol conquistó el antiguo cine con números precisos y conmovedores. La sincronía, expresividad y dominio del cuerpo de sus artistas convirtieron la escena en un universo mágico, donde el equilibrio, la música y la teatralidad se fundieron para ofrecer un espectáculo envolvente. El reconocimiento de sus 12 premios en festivales recientes subrayó el alto nivel competitivo y creativo de esta agrupación. Por la tarde, la mezcla de guiñol, magia y la presencia de destacados grupos de Camagüey y Granma mantuvo encendida la llama del deleite colectivo, agasajando también la trayectoria de 44 años de la compañía de Juan Alberto Iglesias.
Finalmente, en el cierre del Día 3, lo que más resplandeció fue la comunión entre artistas, técnicos, organizadores y, sobre todo, el público. La jornada de clausura en el cine Carmen, con un show multitudinario donde todo el elenco se unió en una presentación impetuosa, reforzó el valor del circo como arte vivo y humanizante. Las contorsiones, los malabares, la magia hipnótica y el lenguaje universal de los payasos hilvanaron una experiencia artística capaz de reparar, emocionar y renovar. No faltaron las lágrimas de emoción ni los interminables aplausos que celebraron la entrega y virtuosismo de una comunidad circense que recoge su legado para seguir maravillando.
Circávila 2025 no solo fue un evento; fue un acto de resistencia cultural, un abrazo colectivo ante la adversidad y una reafirmación del circo como lenguaje capaz de conectar generaciones y sensibilidades. Gracias a la calidad de sus espectáculos, la excelencia técnica, y sobre todo, a la complicidad del público, esta edición quedará en la memoria como un ejemplo luminoso de que el arte circense, en esta isla fértil de magos y soñadores, tiene hoy y siempre un lugar sagrado para seguir sorprendiendo y emocionando.