Es usual que en la convocatoria de cualquier certamen artístico se aclare en una de sus cláusulas, que la decisión del jurado es inapelable y que la aceptación de ese y otros requisitos es inviolable para el concursante. Este acápite no invalida una mala decisión de dicho jurado, pero sí salva la responsabilidad del mismo ante la inconformidad del participante de cara el fracaso de su obra.

Por supuesto, tampoco significa que ese jurado sea infalible ni que la calidad de una obra sea mayor o menor. Aunque se pone mucho en juego cuando ese grupo de especialistas aplica lo aprendido en criterios y se pone de acuerdo en una decisión que pretenderá ser justa.

Digo todo esto porque a raíz de la premiación del XIV salón regional de paisajes René Rodríguez en Ciego de Ávila, varios artistas se me acercaron para darme sus opiniones acerca de esos premios. Y siempre desde la óptica más negativa y con cierto “dolor”. No quiero estar de un lado o del otro, pero no he de negar que en algo coincido con estos pareceres, pero, también, respeto muchísimo la decisión tomada por ese cúmulo de especialistas que se pusieron de acuerdo para premiar las obras.

Primero me gustaría decir que cuando presencié la premiación en dicho salón me quedaron varias dudas, y de alguna forma, también tuve un pensamiento suspicaz y hasta pretendí escribir mi opinión en un texto como este. Aunque no lo haré con alguna intención devastadora ni para poner, además, en tela de juicio el criterio de otros.

Luego, sostengo que esta exposición colectiva resultó un éxito tanto en visualidad, estética, como en participación. Más de 40 obras, con 32 artistas en concurso, es una señal de buena divulgación y de un creciente interés por el paisajismo en esta isla que es todo un paisaje en la máxima extensión de la palabra. La diversidad de estéticas, de formas de asumir la campiña fue más que fascinante, así como el dominio de cualesquiera de las técnicas para llevar a cabo dichas obras. Además, de que hubo buena competencia generacional lo que dice mucho del deseo de participación y competencia. Es una muy buena señal para la salud del paisajismo en una región rica en paisajistas.

Y como mismo hubo muchas interpretaciones de esta temática, también hay que entender que no solo se debe tener en cuenta la obra más conservadora y desechar al abstraccionismo, o a la fotografía e incluso, a historieta. Porque como bien se sabe, el paisajismo ya ha pasado por tantas etapas y se ha desarrollado tanto, que se ha volcado hacia otros motivos y formas.

En este sentido no considero que desestimar una obra tradicionalista por premiar a otra quizás más vanguardista, sea un desacierto; claro, siempre que haya primado un concepto que calidad que vaya más allá de las modas y modos, para centrarse en lo puramente estético. Así, considero que toda pieza que entró a este concurso, lo hizo con las mismas posibilidades. Y soy de los que piensan que sí se hizo justicia. Aunque pudiera parecer, en la lengua popular, todo lo contrario.

Por otra parte, y es lo que sí creo que los organizadores del evento podrían tener en cuenta para el futuro, es cambiar la conformación del jurado, al menos, por uno mucho más imparcial y que no despierte tanta suspicacia. Porque no es un secreto que en aras de ser justos, podemos pecar de todo lo contrario. Y me refiero al hecho de conformar al mismo con artistas de renombre de las tres provincias que están concursando. Si bien cada uno conoce obras y artistas, pudiera darse el mal ejemplo de favoritismos y amiguismos, aunque en esta edición 2025, no creo que haya sido el caso. Pero, de cualquier manera, un jurado más imparcial, de otras regiones de la geografía cubana, pudiera convertirse en una práctica más saludable y libre de sospechas.

Lo cierto es que todo artista que se respete debería acatar las decisiones de un jurado, por muy sospechoso que este pudiera parecer, y concentrarse más en perfeccionar su obra; mandar mejores piezas a los concursos y no dejarse llevar por habladurías ni conjeturas mal fundadas que aligeren su autocrítica y el sentido popular de la competición. Soy también, de los que opinan que ya la participación en un evento es parte de la vida orgánica que todo artista debe hacer en bienestar personal y de la cultura de la nación.

 

Por Vasily MP

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