Autoridades de la provincia de Ciego de Ávila adoptan medidas para mitigar los efectos de la sequía en el municipio montañoso de Florencia, con el propósito de garantizar mayor acceso al agua potable y acortar los ciclos de distribución en los asentamientos poblacionales más afectados por la escasez de ese recurso natural.

Ariel Menejías Sánchez, viceintendente del Consejo de Administración Municipal (CAM), destacó la ejecución de 18 kilómetros de redes hidráulicas, la colocación de tanques elevados y el montaje de bombas en los pozos del Consejo Popular Guadalupe, Florencia Dos y Florencia Cuatro, este último con paneles solares y acoplado a la conductora principal como resultado de inversiones.

Otra red de abasto asegura el vital líquido a los habitantes del caserío El Rodeo, situado en el propio poblado cabecera; en tanto, se fabricó una caseta para proteger el equipo de la estación de bombeo Florencia Tres y avanzaron en la ubicación de válvulas que permiten organizar y controlar el suministro.

El representante del CAM argumentó que pretenden instalar otros dos tanques —con capacidad de 55 metros cúbicos— y conectarlos a la conductora de vaciado y llenado, además de la construcción de redes de suministro en otros cinco kilómetros.

Mediante cuatro pipas y con el apoyo de otras pertenecientes a municipios cercanos, proveen agua potable a la población más afectada, estimada en 6 mil 500 ciudadanos, residentes en la localidad cabecera y comunidades rurales (El Serrucho, Lowrey, Abras Grandes, Guadalupe, Las Veguetas y la Cooperativa de Producción Agropecuaria Aníbal Madrigal).

Yarelis Pita, presidenta de la Asamblea Municipal del Poder Popular, explicó que existen lugares con ciclos de abasto de hasta 13 días y tienen el reto de disminuirlos para satisfacer exigencias de la población.

En este contexto —dijo— también potencian medidas como la recolección de aguas pluviales, considerada una práctica ancestral en ese territorio, amenazado en su totalidad por la escasez de agua al estar enclavado en una zona montañosa, con predominio de acuíferos fisurales que almacenan sus reservas en la parte meteorizada de las rocas.

Esto conlleva a bajos rendimientos en los pozos y una elevada tendencia al agotamiento en los periodos secos, por tanto, la clasificación general es de Alto Peligro, agregó.

Neldo Medina, jefe de obra en el Complejo Hidráulico Liberación de Florencia, ratificó que las condiciones geográficas y geológicas acrecientan las vulnerabilidades ante la escasez de precipitaciones, debido a que no poseen sistemas de riego ni pozos con fertilidad para afrontar prolongadas e intensas sequías.

Oscar Monteagudo Brito, director técnico de la Empresa de Aprovechamiento Hidráulico de Ciego de Ávila, explicó que Florencia se sitúa en un área fuera de cuencas, lo que limita el acceso a aguas subterráneas y acentúa los riesgos de sequía.

La media de precipitaciones anuales, calculada en mil 382,7 milímetros (mm), se comportó por debajo en los últimos años.

Ejemplificó que durante el mes de septiembre último en el territorio florenciano cayeron solo 114,4 mm de lluvias, lo que representa el 57 por ciento (%) de la media histórica calculada para ese lapso (195,6 mm); mientras, octubre también reportó una cifra por debajo (164,2 mm), el 77% de lo que precipitaba, según los registros.

A pesar de las complejidades con la disponibilidad de recursos hídricos, se mantienen en funcionamiento ocho bombas: una en el poblado de Las Grullas, dos en Guadalupe, cuatro en la localidad cabecera y la potabilizadora del Consejo Popular Tamarindo.

Como potencialidades para afrontar este escenario se determinan la existencia de un complejo hidráulico, acueductos de mayor y menor longitud, la gestión de proyectos de colaboración internacional e investigativos relacionados con el manejo y uso racional del agua, y la construcción de una conductora en la cabecera municipal.

De los 23 peligros definidos en el Plan de Reducción de Riesgos de Desastres del municipio de Florencia, la sequía constituye el más grave y cada año pone a prueba la capacidad de los decisores y el pueblo, en cuyas memorias prevalecen las experiencias del año 2017, cuando se decretó la fase de Alarma.

En esa fecha —recordaron las autoridades locales— se agotaron más del 70% de los pozos y las fuentes de abasto que prestaban servicios a la población, mientras el complejo hidráulico registró el nivel más bajo desde su construcción (13%).

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