Más allá de la Semana Mundial de la Lactancia Materna, las madres que lactan en situación de vulnerabilidad merecen respaldo y ayuda todo el año

Alhena tiene 26 meses, y aún su mami le ofrece sus pechos para que lacte; mientras lo hace se envuelve en el abrazo protector y se aferra a la vida, a los sueños por los que mamá Miriam salió un día rumbo a La Habana, con el afán de conquistar.

Nada en este mundo se compara con la dicha materna de poder lactar a los 43 años, eso me transmiten los ojos repletos de amor, cuando observo las fotos enviadas por mi amiga al whatsapp. Lo intuyo en la melodía de sus palabras cuando expresa, en el audio, la grandeza del acto de amamantar.

Las imagino tantas veces, a su mami narrándole las historias que algún día encontrarán hogar en un libro que se titulará El señor orejas, y a ella, tan pequeñita, acopiando desde sus labios toda la fortaleza de mamá, para no desfallecer en la vida, ni perder los sueños a causa de los obstáculos.

Mamá Miriam lacta tranquila, trata de no pensar en cosas tristes, sabe que de este acto depende la salud y el bienestar de su beba. Cambia en su mente la imagen del hogar en ruinas, por la del rostro feliz de su pequeña, y la de sus dos hijos mayores que ya van encaminando su rumbo en la vida.

Sabe que después, cuando deje a la pequeña bajo el cuidado de las educadoras del círculo infantil, tendrá algunas horas del día, para además de cumplir su jornada laboral, continuar buscando respuestas a sus problemas constructivos… y también para llorar.

Hoy el calendario marca el número siete del mes agosto, y desde el primero he pensado mucho en Alhena y en mi amiga valiente. Es miércoles, el último día de la jornada que se celebra en todo el mundo, a favor de la Lactancia Materna, y que este año tiene como objetivo, además de crear conciencia sobre los beneficios de esta, lograr un mayor apoyo a las madres que se encuentran en situación de vulnerabilidad.

Leo en las redes todo lo logrado en estos días a nivel mundial, observo cuanto hace mi país en función del importante acto de lactar… Y regreso nuevamente a las fotos, al hermoso instante guardado para la eternidad.

Y las pienso, y escribo, porque aunque también quiero ayudar, no poseo los recursos para hacer mucho más, que aferrarme, como mi amiga, a los pequeños ojos, a la belleza del pelo ensortijado, al abrazo sanador de la hija, a ese sueño hermoso que mi amiga sí pudo logar.

Al deseo de un próximo año cargado de acciones a favor de la lactancia materna, y a la esperanza de que, no sólo en estas jornadas, se mantenga el apoyo para las madres que lactan en situación de vulnerabilidad.

Tomado de Invasor

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