Un día como hoy, pero del año 1873 cae en combate el Mayor General Ignacio Agramonte en el potrero de Jimaguayú. Desde entonces el pueblo cubano rememora la fecha de un hombre que dio todo por la libertad e independencia de su patria.
Para los hijos de esta Isla del Caribe la presencia de Ignacio Agramonte y Loynaz, se respira a cada paso. Su entrañable vida y obra no solo deviene paradigma de virtud, sino también inspiración constante.
Su amor infinito por Amalia Simone y el hecho de perpetuar lazos inquebrantables de fidelidad al declararse amor eterno, fue sin duda el acto más genuino que asumieron aquel 1 de agosto de 1868, donde contrajeron nupcias.
Hoy en la ciudad de Camagüey, se recuerda el aniversario de su boda, con el enlace de parejas en la casa Quinta Simone.
Su capacidad como jefe político y su posición ideológica las demostró en múltiples oportunidades, al frenar las ideas claudicantes y reformistas en la reunión del paradero de las minas, o al contribuir a la necesaria unidad en la Asamblea de Guáimaro y ratificar la necesidad de construir una nación libre y soberana.
En cada acción realizada en estas tierras que lo vio nacer, mostró un sentido humano de la revolución por cambiar la mentalidad y lograr la emancipación no solo de la esclavitud, sino de la cultura, de la espiritualidad.
Le llamaron diamante con alma de beso, elogiaron su coraje y apego a la ley. Sus hazañas quedaron caladas en cada pasaje que vivió con patriotismo y honor, siempre y sin detenerse al precio de cualquier sacrificio.
Yasel Díaz Drago