Como un capricho del destino, la periodista jubilada Nora Susana López Díaz dijo adiós para siempre la víspera de su 75 cumpleaños, víctima de un fatal accidente finalizó sus días en coma, pero con la dignidad humana con que cualquier persona de este mundo merece partir al sueño eterno.

Este 24 de mayo Nora Susana hubiese esperado su cumpleaños 75 en una sala de cuidados intensivos.

Su muerte ya había sido prefigurada por las redes sociales de Facebook un sábado de diciembre, en vísperas de la Navidad de 2024.

Para ese entonces ya no le acompañaba la cordura y como una duende deambulaba las calles de la ciudad con su mirada gélidamente inmóvil, siempre en lontananza como quien busca un horizonte más allá de lo dable.

Solo quienes la conocían de antaño, sabían que se trataba de una de las periodistas insignes de la provincia avileña, fundadora de importantes medios de prensa como el periódico Invasor y la revista del Poder Popular El delegado avileño, pues desde mucho antes se desempeñaba como correctora de estilo del periódico agramontino Adelante.

Como el Alonso Quijano de Cervantes, Nora cultivó su intelecto hasta el límite de la locura, su voz y su crítica cultural se hicieron sentir en Radio Surco a partir de los 80, hasta su jubilación, condición natural que quizás aceleró sus desvaríos y su amor sin límites por los perros y los gatos en la más franciscana acepción.

Su locura, como la del manchego hidalgo, infundió misericordia hacia los más menesterosos, al punto de convivir igual que ellos y hasta transitar por las calles en circunspecta parsimonia, con los brazos cruzados y la mirada siempre hacia el Poniente de la ciudad, donde alguna vez tuvo una casa y un hogar.

Nora no enfrentó molinos de vientos cual gigantes, siervos de famosos hechiceros, pero sí la embestida fatal de un satánico dragón salido de las fauces del infierno. Quizás ese sea su último recuerdo.

Su legado en el periodismo avileño es ya una deuda deontológica. Ojalá sea justipreciada en su más encomiable condición. Nora Susana López Díaz, en vísperas de su 75 cumpleaños, ganó la paz de sus tribulaciones, y como Dulcinea que inspira a caballeros andantes, demostró que las mujeres duendes también pueden vencer la furia de un dragón.

Quizás en un jardín apacible, en el regazo de su abuela paterna y al amparo de su tía Rosa, sonría con la más viva mirada y agradezca, sin rencor a los golpes de la vida, porque para cada calvario siempre habrá bálsamo seguro y para cada pena, un caballero andante que ponga las cosas en su justo sitio.

Tomado de Invasor

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