Hoy es 13 de agosto, imposible no recordar a Fidel Castro Ruiz en los convulsos tiempos actuales. Y es que la historia del deporte cubano lleva el sello indeleble de Fidel Castro, un visionario que transformó la actividad física de privilegio elitista en derecho popular y herramienta de soberanía nacional.

Su revolución deportiva, cimentada en valores humanistas y solidarios, elevó a una pequeña isla caribeña al podio olímpico mundial.

Al triunfar la Revolución en 1959, Cuba heredó un panorama desolador: escasas instalaciones , profesionalismo mercantilizado y acceso restringido a elites.

Su respuesta fue radical: Abolición del profesionalismo (1961) Eliminó los contratos rentados y reconceptualizó el deporte como expresión de dedicación y patriotismo, no de lucro .

La Creación del INDER (1961) Este instituto centralizó políticas para masificar el deporte, fusionando educación física, alto rendimiento y recreación popular.

«Construiremos miles de campos en toda la República», prometió en 1959. Escuelas de Iniciación Deportiva (EIDE), academias provinciales y centros terapéuticos surgieron desde La Habana hasta zonas rurales .

Fidel diseñó un modelo piramidal único, inspirado en el bloque socialista pero con identidad propia:  los Juegos Escolares Nacionales escrutaban talentos en cada rincón del país. Niños campesinos como Teófilo Stevenson o Ana Fidelia Quirot fueron descubiertos aquí.

Atletas recibían educación académica junto a entrenamiento especializado. «El deporte es fuente de voluntad, constancia, vigor físico y agilidad mental», enfatizaba Fidel .

Entrenadores de Europa del Este (URSS, RDA) moldearon técnicas, mientras Cuba exportaba metodologías a América Latina .

Barcelona 1992 resultó la Cumbre , Tras ausentarse en Los Ángeles 1984 y Seúl 1988 por boicots políticos, Cuba irrumpió en Barcelona con furia redentora: 14 oros, 6 platas, 11 bronces** (5° lugar mundial), superando a potencias como Alemania y otros grandes con economías súper poderosas.

Todavía me pregunto cómo cuba pudo lograr eso el mando y la visión de Fidel fueron fundamental.

Fidel , edificó un sistema sin paralelo en el Tercer Mundo, donde el deporte fue vehículo de movilidad social, orgullo nacional e internacionalismo.

Su «cultura deportiva humanista» priorizó acceso universal y solidaridad, pero pagó el precio del aislamiento y la politización.

Hoy, mientras Cuba lucha por mantener su legado ante limitaciones económicas, las palabras del colega Joel García resuenan como advertencia: «La historia del deporte cubano no cabe en un post… Ojalá volvamos a ella con ganas» .

En ese equilibrio entre memoria y futuro, entre soberanía y apertura, se juega el próximo round del milagro que Fidel un día logró.

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