La formación académica de la enseñanza artística en Ciego de Ávila deviene para este curso escolar  un proceso continuo de preparación y sistematicidad entre alumno y profesor. La premisa fundamental este año es elevar el nivel artístico de los estudiantes en sus aptitudes como gestores de la cultura cubana en el país.

Este es un día como cualquier otro en la escuela elemental de arte Ñola Sahig Saìnz de Ciego de Ávila, los pasillos se vuelven  salones de clases al escuchar el zumbido de las cuerdas de la guitarra, los acordes que se mezclan entre los dedos del alumno con el contrabajo o la armonía de los saxofones en un lateral del centro de enseñanza.

Instantes elocuentes de la entereza y madurez de las nuevas generaciones que apuestan por la enseñanza artística, aun cuando los salones de clases demanden más locales de los que hoy cuenta la Ñola.

Ante ello el proceso de enseñanza aprendizaje no se detiene y las miradas están dirigidas a la creación, aún así no podemos obviar temas medulares como la inexistencia de la base material de estudio, el déficit de accesorios e instrumentos musicales y problemas constructivos como el alumbrado público,  filtraciones en los techos, tupiciones sanitarias y la reparación de dos tabloncillos de la especialidad de danza.

Si bien es cierto que se necesita un plus de cambio y transformación  para cerrar ciclos pendientes, los resultados del calendario anterior ante el pase de nivel fueron positivos para la provincia, hoy se percibe esos mismos aires renovadores en el colectivo de la enseñanza artística.

Unidos por un mismo sueño: ser el relevo continuador de la cultura cubana en el país, estos pequeños gigantes desde su vocación de artífices, desafían las adversidades y las transforman en oportunidades para su desarrollo integral en la Isla.

Yasel Díaz Drago

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