En marzo último, un directivo de la Empresa Comercializadora de Medicamentos en Guantánamo, al comparecer en la televisión local y responder por la falta de almohadillas sanitarias, pidió a las mujeres que “tuvieran calma”.

Lo hizo en el tercer mes del año, después de que cada fémina en edad fértil de ese territorio hubiera enfrentado los respectivos períodos menstruales sin las compresas normadas, y su lógica fue tan absurda como querer controlar un ciclo natural a voluntad. No se puede, compañero.

Ahora, en las postrimerías de abril, las muy conocidas “íntimas” siguen sin asomar en la red de farmacias de, al menos, la mitad del país; en tanto, la “calma” recomendada debe convertirse en alternativas dicotómicas: o muy caras (productos importados-productos nacionales revendidos) o muy desagradables (ha sido necesario, como en los años 90, hacer compresas de tela reciclada).

Lo que estamos viendo (y viviendo) es el mundo al revés: los ciclos menstruales no logran “adaptarse” a los ciclos productivos de las entidades encargadas de garantizar las almohadillas. Mientras “la regla” llega con más o menos exactitud cada 28-30 días, las íntimas de la marca comercial Mariposa vuelan de un mes a otro… y a otro. Un problema que no es, precisamente, nuevo.

Breve cronología de la escasez

Por no ir más lejos, he buscado en mi propio archivo. En febrero de 2017, Invasor publicaba la nota Almohadillas pendientes. La entonces directora de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Mathisa, en Sancti Spíritus —encargada de garantizar el producto a las provincias desde Matanzas hasta Camagüey—, confirmaba, vía telefónica, que, al entrar en la recta final del año 2016, la fábrica espirituana tenía un débito de casi tres millones de unidades.

Ese déficit no estaba motivado por la llegada tardía o la ausencia de las materias primas, sino por cuestiones organizativas y tecnológicas.

Una directiva de la Empresa Comercializadora y Distribuidora de Medicamentos (ENCOMED), en el nivel nacional, explicó, también, que la limitada capacidad de transportación, motivada por coyunturas imprevisibles, como la afectación en la planta productora de medicamentos de la zona occidental, estaba entre las causas.

“Esa circunstancia puso a competir la almohadilla sanitaria con recursos vitales y muy demandados por los centros asistenciales de Salud; es decir, toda la logística de transportación se estresó y fue puesta en función de transportar los medicamentos”.

El 2016, según un reporte de Cubadebate, fue un período crítico para la producción de medicamentos en Cuba (incluidas las almohadillas).

“Ciclo” al fin, ese déficit se repitió, por ejemplo, en 2021. Un reportaje de la Televisión Avileña, en febrero de ese año, comprobó lo que las mujeres de Ciego de Ávila ya sabían: hacía cinco meses que no se comercializaba el producto. La confirmación vino acompañada de una noticia, incluso, peor: la deuda no sería saldada.

El representante de ENCOMED, entrevistado por el medio, comentó que apenas habían recibido de Mathisa Sancti Spíritus el 60 por ciento del envío. “Ya esas almohadillas que se quedaron sin dar no se van a reponer”, aseguraba. El atraso de la entidad yayabera venía de 2020, cuando, de 14 millones de unidades, solo pudieron entregar 10 millones.

En enero de 2021 desde el Portal del Ciudadano de Cienfuegos se preguntaban si las almohadillas sanitarias se habían ido a bolina

No obstante, en agosto de ese año, el periódico Escambray hablaba de 432 000 paquetes atascados en los almacenes de la fábrica porque la entidad comercializadora no los había extraído.

A veces por defecto, y otras por exceso; ¡qué esquivos son los equilibrios, caray!

Unas cuantas lunas después, la escasez llegó puntual, como la menstruación. Para septiembre de 2023, Escambray volvía sobre el tema: “Tras varios meses de interrupciones, debido a dificultades con la entrada de materias primas procedentes de la importación, el reinicio de las producciones en la planta se comporta de manera escalonada, en dependencia del arribo de los insumos que se demandan para asegurar el surtido”.

El director de la UEB Mathisa Sancti Spíritus comentó que, desde el 14 de agosto, habían reanudado las operaciones, pero el 28 del propio mes se paralizó nuevamente la línea, en espera de la entrada del papel nogode.

Además, aclaró que «resulta imposible recuperar el atraso productivo de Mathisa, debido a las limitaciones con los materiales que se emplean en la fabricación de las almohadillas», y comentó que, en cambio, se enfrascarían en ejecutar el presupuesto aprobado para lo que restaba de año, el cual equivalía a unos 3 millones de paquetes, divididos entre las tres industrias de este tipo del país. Es decir, las almohadillas, como las cuentas, no iban a dar ni dando.

En diciembre, una nota publicada en Granma pareció ser portadora de buenas noticias, pero el público meta no era, precisamente, las casi 100000 mujeres en edad fértil censadas el 31 de diciembre de 2022 en Ciego de Ávila, según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información.

La publicación aludía a la inauguración de una nueva línea tecnológica para la producción de almohadillas sanitarias anatómicas, con y sin alas, bajo la marca Angélica, en la empresa Industrias Arthis S.A. De acuerdo con lo dicho por el diario, las producciones serían comercializadas tanto en moneda nacional (CUP) como en moneda libremente convertible (MLC).

De la industria nacional encargada de las compresas normadas volveríamos a saber a inicios de este mes, cuando Escambray anunció el reinicio de la producción en Mathisa Sancti Spíritus. El nuevo director comentó que “se ha estado laborando de manera intermitente desde febrero (momento del año en que comenzaron con las primeras confecciones), debido al arribo escalonado de la materia prima”.

Ese faltante fue confirmado a Invasor por Luis Orlando Rico Martell, jefe de Medicamentos y Tecnologías Médicas de la Dirección General de Salud en Ciego de Ávila. En lo que va de año, la provincia no ha recibido ninguna cantidad de almohadillas, aunque, hasta donde se sabe, varias de las provincias centrales sí. La distribución, así como la producción, tiene sus propios ciclos.

El funcionario guantanamero que recomendaba calma, no tenía razón; pero igual las mujeres han debido acopiar paciencia para esperar y dinero para adquirir, como sea y en el mercado que sea, un producto que no admite dilaciones.

Brevísima enunciación del desorden

Porque las íntimas, incluso las de la marca Mariposa, sí están en la calle y en los grupos de venta en las redes sociales de Internet. Se pueden adquirir, incluso con servicio de entrega a domicilio, por el “módico” precio de 250.00-300.00 pesos, según la urgencia y la necesidad.

Están en algunas ventas de garaje, sin pudor. Y también están las importadas, de procedencia mexicana, por ejemplo, y las cubanas de Industria Arthis S.A., aunque nunca se hayan comercializado en los establecimientos en moneda nacional de Ciego de Ávila, como anunciaba Granma hace cuatro meses.

Invasor envió correo electrónico a Arthis S.A., dejó una solicitud de información en la página web y en sus redes sociales, intentó comunicarse vía telefónica con la empresa mixta —de capital cubano e italiano— asentada en la Zona Especial de Desarrollo Mariel, pero toda gestión fue infructuosa.

Queríamos conocer la capacidad productiva de la planta (unos 20000 paquetes diarios de sus diferentes surtidos, no solo almohadillas, también pañales desechables y apósitos posparto, según Cubadebate); los principales destinos (aunque se asegura que también están en la red comercial en CUP, las ofertas consultadas estaban todas en páginas de comercio electrónico con pagos desde el exterior); y la valoración institucional sobre un fenómeno, a todas luces, nacional, y que les atañe: la reventa de sus productos con precios que oscilan entre los 900.00 y los 1000.00 pesos por paquete de 36 unidades.

¿De dónde salen esas almohadillas?

 

En franca referencia a las distorsiones con que opera la economía cubana, mientras Industrias Arthis S.A. “hace gestiones con tiempo, que garantizan el arribo de las materias primas a la Isla de manera oportuna” —y hasta la fecha no ha tenido interrupciones por esta causa, tal cual confirmó el director general en la citada nota periodística—, Mathisa incumple, una y otra vez, su encargo estatal cíclicamente.

¡Claro que tiene que ver el precio subsidiado de las humildes almohadillas en moneda nacional!, pero esa no debe ser la única explicación.

Tomado de Invasor

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