Con su característico humor locuaz, inscrito en esa sátira ácida que busca despegarse del humor negro para criticar la realidad más doliente, Osvaldo Gutiérrez Gómez, Osval, vuelve a la carga con esta nueva expo personal de 31 obras gráficas. Hechas con el mejor dibujo, colores planos y una visualidad elemental que hace más fácil la lectura.
Quizás con la intención siempre solidaria de unirse al dolor del prójimo por la realidad más tremenda que se vive y vive el propio artista; para criticar lo mal hecho y denunciar a los ojos públicos aquello que puede y debe ser cambiado revolucionariamente; o solo a modo de catarsis para desarraparse de las tensiones y estragos que la presión de las muchas crisis, es que Osval se ha visto entre la espada y la pared por la musa más inquieta y lúcida.
Y es que pareciera que su romance con ella es eterno, porque a este intrépido caricaturista no se le escapa una de esta realidad que, de tan cubana, pareciera salida de la mejor novela del realismo mágico, de ese fabuloso real maravilloso devenir de los días y las noches.
Es como la cura, o pretende serlo, a nuestra decepción o desgaste emocional; como esa palmada en el hombro que el amigo nos da cuando ya es imposible salir de una relación amorosa con todo intacto; es como esa herramienta para cambiar el color de la vida y echarle humor a lo que duele, para seguir adelante.
Nos sentimos en sintonía con cada uno de estos dibujos y, agradecidos, bajamos la cabeza para esconder, después de la risa, la vergüenza de lo que se sigue haciendo mal en materia política y social, que nos toca a todos. A unos por hacerlo mal y, a otros, por permitirlo y callar.
Avergüenza el no poder solucionar la inflación, la ausencia de humanismo, la oscuridad eléctrica y la falta de escrúpulos y la moral doblegada. También, esa molesta carga que sobre los hombros del más desposeído aún se coloca, la carga de los símbolos y sus significados.
Hace bien Osval en reflejar esa realidad e ir a la crítica más hermosa, hija mayor del concepto de la psiquis como reflejo subjetivo de la realidad objetiva. Y sus intenciones no son destructivas, oportunistas ni desfachatadas. Solo son breves pero profundas cubanías. Construcciones en positivo. Risas para luego llorar irremediablemente.
No por gusto la numerología le tiene preparado el número más básico, el 4, resultado de la descomposición de 31 en 3+1, cuyo valor da el número de la familia, de la robustez y seriedad; de lo tangible y concreto; las patas de una mesa y los puntos cardinales;
es el número que construye el mundo. Es la energía que transforma una idea en una casa, un sueño en un negocio próspero y el caos en orden. Es un número de enorme valor y confiabilidad.
Por eso la expo de Osval, ahora ante los ojos del público avileño, seguirá siendo como la visión de un pueblo que sueña, construye y aspira a un futuro mejor.
¡Ríete pa’ que no te duela! es una invitación a usar la risa como escudo contra el dolor físico, las decepciones y las frustraciones de la vida. Es un recordatorio de que nuestra actitud puede cambiar la forma en que experimentamos los golpes del destino.