Es fuente inagotable de energía, brilla con luz propia y resplandece el alba cuando da continuidad a la vida humana… Templo inagotable de arrojo, único en el mundo capaz de engendrar amor.
Mis palabras fluyen con facilidad si se trata de resaltar su valía, ser magnánimo del que brota la perfección y con unción especial dirige el alma la virtud.
Tienen las madres talento de esparcir amor, de mejorar y aliviar el contacto inflexible con lo hermoso, de redimir un momento de amargura o desesperación con una obra que aunque pequeña lleva implícita la belleza, la ternura y la bondad infinitas.
No hay obra más pura que amar y admirarle con respeto madre, con dulce placer me guía y ampara mientras le dure la vida, sin importar la edad, siempre constituye el sostén de mis días.
Le veo y sé cómo ama, prevé, endulza y perdona, cuán incalculable resulta el amor del sueño perdido o de la labor sin descanso, sin importar el tiempo y a punto del desmayo, muestra en su tierno rostro la más agradable de la sonrisas.
Basta con realizar buenas acciones para contentarla, obsequiarle un beso de caramelo, un cálido abrazo y ya de adultos, proporcionarle una vida feliz inspirada en el recuerdo, al mostrar que su voz es revelación, profecía y consuelo.
Ariel González Guzmán