Su historia es corta, pero extensa en hechos que enriquecen el recuerdo de su ser, remembranza viva, tangible, con la visión segura de lo eterno, con la confianza de que el porvenir augura la realidad de su sueño.
Lleva en el corazón el valor de la firmeza y la seguridad de influir en aquellos que mostraban debilidad o temor, para ofrecerle optimismo y fe.
Es más que hombre, que mortal, es pedestal, asombro, cobijo, seguridad, ejemplo de la raza humana, asombro para quienes le conocen ahora y dignidad para los que como yo, nacimos al abrigo de su ejemplo.
La lealtad de los hijos de esta tierra rebelde a su memoria, se repite en la imagen que se muestra sobre los espejos de agua, en los que se mira su pueblo cada 28 de octubre al lanzar flores al hombre de la sonrisa limpia, la espesa barba negra bajo el sombrero alón, al héroe de la eterna alegría.
Son además: su nobleza y valentía perpetuas las que le inmortalizaron; no nos equivoquemos, reconocemos a Camilo Cienfuegos Gorriarán como uno de los mejores hijos de la Patria, el fundidor de los ideales más puros de la juventud, coraje, honestidad, solidaridad, patriotismo, humanismo y fidelidad sin límites.
Hoy es la flor que flota en el mar, espuma que se enlaza entre las olas, la alegría del niño, la luz que nace en el horizonte.