El mundo se viste de rosa. Un rosa de lazo, de globos, de camisetas. Un rosa que grita, fuerza! porque la lucha   no es un momento, es  una batalla cotidiana.

Es la alarma del móvil que anuncia la siguiente pastilla. Es el sabor metálico de la comida que antes era un placer.

Es el cansancio que no es sueño. Es sonreír para que los hijos no vean el miedo. Es permitirse llorar en la ducha, donde el agua caliente confunde las lágrimas.

Es  vivir sin complejos  porque   les tocó despedirse del pelo, de las pestañas, de las cejas, como quien despide a viejos amigos que se van de viaje, con la esperanza secreta de que regresen.

Es vivir el día a día sin pensar en el mañana. Es apreciar hasta el más pequeño de los detalles.

Hoy, el lazo rosa es para ustedes. Para  mi familia, para mis amigas, para la compañera de quimio que, con una mirada desde la butaca de al lado, lo dice todo, es también para aquellos que aguardan en la  sala de espera con el corazón apretado.

A ustedes duendes del silencio no me queda más que decirles: Adelante,  aquí está mi mano.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *