La intensidad de la luz jugó su papel esta mañana al reflejar en nítido color la complicidad universal de quienes abogamos por la paz, el amor y el altruismo: el verde, el blanco, el rojo y el negro lucieron sus mejores tonos para ascender al cielo la insignia palestina.

La bandera de un pueblo tan milenario y tan mártir que hasta su causa emancipadora es reconocida mundialmente como la más universal de la Historia. De ahí que las variantes cromáticas de su estandarte nacional hayan sido en Ciego de Ávila auténtica comunión de quienes aman y abogan por los senderos de la paz.

Todas las transparencias de nuestro tórrido Trópico, como escapadas de un cuadro de nuestro Carlos Enríquez, claman al cielo y al mundo por poner fin al holocausto, por destronar la ira, por deshacer tanto quebranto e injustica en contra del pueblo palestino.

De ahí la complicidad de tantas marchas que, a lo largo y ancho del país, apoyan la paz en Palestina, razón de más para que a los colores de la bandera de ese pueblo se sume también el color azul de nuestra bandera cubana, el azul intenso de nuestro mar Caribe y las transparencias tropicales de la luz de nuestro cielo.

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