Un anciano, de quien no sé cómo ni cuándo conocí, me intercepta en las mañana, de camino a la Redacción, para preguntarme, o más bien comentarme, sobre lo bien que andan sus Tigres en esta Liga. Siempre le dedico cinco minutos para actualizarlo de nuestro pasatiempo nacional.

Otra señora, también con el cabello cano y el rostro con las lógicas estrías de la vida, cuando nos cruzamos en el bregar cotidiano en las calles, de acera a acera, no deja de recordarme, casi en un grito: ¡Oye, no dejes de decir en la televisión que no me pierdo un juego de los Tigres!

Miguel Manzano, ya también en la recta de los 70, no deja de llamarme vía Whatsapp, desde Las Palmas de Gran Canarias, para preguntarme “cómo va el juego, que se cayó la trasmisión de Radio Surco por Internet y estoy que me halo los pelos”.

Los últimos años de la vida de Estrelliita, la madre del amigo y diseñador gráfico Osvaldo Gutiérrez, los pasó con su oído bien pegadito a la radio para no perderse ninguna jugada de los choques del equipo avileño. Cuando la visitaba, era fácil saber el resultado del último encuentro de solo observar su rostro.

¿Y a qué vienen estas pequeñas viñetas? Ahora les cuento. Acabo de escuchar, vía Facebook, una entrevista que le formuló el colega Guillermo Rodríguez, de Radio Rebelde, al mentor avileño Dany Miranda, después de uno de los partidos ante Industriales, en el estadio Latinoamericano.

Cuando el periodista le instó a unas palabras para los aficionados de los Tigres, hizo una mención especial para aquellos viejitos, que con un radio en sus oídos, disfrutan y sufren con las actuaciones de sus Tigres.

Fue un jonronazo de nuestro campeón olímpico. Nunca antes escuché que un atleta o directivo tuviera una deferencia con el valioso ejército de la tercera edad. Ya ven, porqué tuve que recordar las historias cotidianas de mis viejitos y viejitas beisboleros.

Tomado de Invasor

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