Mijaín alzó los brazos, un símbolo de victoria. El público coreó su nombre, ovacionando al gigante de Herradura en más de una ocasión. Allí estaba él, de carne y hueso pero como una estatua inalterable en el centro del colchón, inalcanzable.
Mijaín estará en la final que tanto le había prometido a su padre, a su madre, a su pueblo y a su Cuba. Faltan menos de 24 horas para consagrar una leyenda.
‘El gigante de Herradura’ podría establecer un récord histórico: cinco oros consecutivos en la misma prueba. Nadie lo había logrado antes en ningún deporte individual.
«Estoy contento, creo que hoy es un día muy especial. Es un resultado muy esperado no solo para mí, sino para el mundo; en especial para mis cubanos que están disfrutando esta victoria. Creo en lo siempre he dicho: le voy a dar ese alegrón y mañana es subirse al colchón y dar esa alegría», comentaba ante la prensa, con un rostro iluminado por la felicidad.
Desde el primer combate, entró impetuoso. Rojo y azul, estirpe y corazón, sueño y empeño parecían fundirse en cada movimiento, en cada levantada. Con él estaba Cuba, pero también gran parte del mundo.
«Mi mamá debe estar muy contenta, mi papá no está, pero siempre está conmigo. Esa medalla se la dedico a él».
Esta noche, la leyenda se hacía mayor. Venció al azerbaiyano Sabah Saleh Shariati en la semifinal, en la categoría principal grecorromana de 130 kg, y había despedido al actual campeón mundial iraní, Amin Mirzazadeh, en la ronda anterior.
Este coloso de dos metros hizo vibrar a todo un pueblo. Nada lo detenía.
«Hice el giro cuando debía hacerlo y logré defender como había que hacerlo», comenta, como si los años le hubieran otorgado no solo una fortaleza física extraordinaria, sino también la maestría suficiente para salir airoso de los momentos de apuro.
«La final va a ser algo muy bonito entre dos cubanos. Yasmany me lo negó en la otra olimpiada. Es algo muy bonito en mi retiro, una hermandad».
París 2024 marcará el último baile de Mijaín López. Su adiós, ahora sí, parece ineludible.
Tomado de Cubadebate