La noche de gala estuvo “pasada por agua”, pero el viernes 5 de mayo, como lo prometieron, arrancó el Festival Al Son del Gallo Pío Leyva in Memoriam, en la ciudad de Morón.

La lluvia, los cortes eléctricos en la ciudad y lo atípico de un día de desfile conspiraron para “mucha gente que quería venir no pudiera”, comentaba Andrés Hernández Font, fundador del evento, “pero esta marea los irá contagiando, de esta enfermedad que tenemos nosotros, que es la pasión”.

festival sonCon la música de Aylso Hechavarría, y el grupo Caonao, se bailó y se cantó

Para la tarde del sábado, ya se habían disipado las nubes y el programa del festival propuso, con éxito, un espacio teórico.

 

 

En la sede central del Festival este año, El Moronero, a la sombra de los árboles y con el abrigo de la buena música del trío Trovatenaz, se habló de son, de la cultura cubana y también sobre César Pupy Pedroso, a quien se dedica esta edición de 2023.

 

 

En las palabras de Oni Acosta Llerena, de los invitados “de lujo”, se dejó claro el porqué dedicar una edición a Pupy. Su talento y su forma de hacer lo distinguieron entre tantísimos cultores de la música popular bailable en Cuba. “Podías buscar pianistas mejores o peores, pero ninguno que tocara como Pupy”, comentó Acosta Llerena.

El espacio tuvo a su favor la confluencia de generaciones, con la joven Miraima Cristina García, musicolóloga avileña, que aportó ciencia y color a la discusión. Para ella, Pupy logró “una música que estimule al bailador, pero que tenga un rigor profesional, ese ‘pulido’ que uno siente cuando escucha canciones en las que Pupy interpreta o dirige”.

 festivalLos miembros de el Club de la Década Junto a ella Vivirás participaron en el debate

¿Qué habría sido de la música cubana sin el son? fue una pregunta que intentaron responder a tres voces desde la mesa.

Así, el público escuchó de parte de Andrés Hernández Font cómo del changüí, las lomas y los mambises licenciados llegó el son de Oriente a inicios del año pasado. De acuerdo con Miraima, el son surgió como forma de expresión de esa vida campestre que necesitaba contar su cotidianidad de forma compartida y relevante para su comunidad. “Yo no soy español ni hijo de español, yo soy cubano”, fue, entonces, el mensaje originario del son.

Fue en lo popular, “en nuestra manera de hablar, en nuestra manera de enamorar”, en lo que se inspiraron Pupy, Formell, el Guayabero, comentaba Andrés Hernández. “Y nunca fue una música vulgar”.

Con la caída de la tarde, cerró el debate, pero no las propuestas culturales. Entre el Festival de Son y la Semana de la Cultura moronera, el fin de semana tuvo un programa interesante: de forma simultánea, la Casa de Cultura acogió el festival de la décima, con algarabía mayúscula; y habría concierto de la agrupación sonera Awa Brava, para la noche del sábado; y el tradicional Baile Guajiro para la noche de domingo.

Amanda Tamayo Rodriguez

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