Cuba convocó recientemente a la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del Grupo de los 77+China bajo el tema “Retos actuales del desarrollo: papel de la ciencia, la tecnología y la innovación”, la cual se celebrará en el Palacio de Convenciones de La Habana los días 15 y 16 de septiembre.

Varios jefes de delegaciones han confirmado su participación en el evento de alto nivel, entre ellos el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, António Guterres, quien dijo que la cita será de vital importancia para devolver a su camino los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Desde enero de este año, el país caribeño asumió la presidencia pro tempore del G77+China, el grupo de concertación más amplio y diverso de la esfera multilateral, con 134 Estados miembros que representan dos tercios de la membresía de la Organización de las Naciones Unidas y el 80% de la población mundial.

Y precisamente sobre la trascendencia de este mecanismo escribió el investigador del Centro de Investigaciones de la Política Internacional (CIPI), Dr. C. Mario Antonio Padilla Torres, en su artículo “El Grupo de los 77 más China, en el tránsito hacia un mundo multipolar”.

El especialista refiere que “el nacimiento del Grupo de los 77 más China constituye un momento histórico relevante en la arquitectura de las relaciones internacionales, representado por países en vías de desarrollo, algunos antiguas colonias y dependientes de los imperios.

“Su significación no solo se destaca en el germen de un organismo heterogéneo en cultura, economía y geografía, sino que su interés principal es el cambio del orden económico internacional, también el incremento paulatino de su membresía, hasta llegar hoy a 134 países, dato que demuestra el interés de tres cuartas partes del mundo por alcanzar una vida mejor y más equitativa.

“A esos tres aspectos, sumamos la necesidad de un mundo multipolar y solidario, donde los países que componen este organismo puedan tener un papel importante a través de alianzas, coordinaciones, uniones temporales o permanentes, constituyendo vías para que este grupo continúe reforzándose, hasta lograr ser los verdaderos líderes de una transición a la multipolaridad”.

En el artículo, incluido en el No. 8 de los Cuadernos de Nuestra América que publica el CIPI, prestigiosa institución académica, Padilla Torres recuerda que “el Grupo de los 77 más China tiene su génesis en un grupo de países salidos del Movimiento de Países no Alineados, que se propusieron influir de forma más sistemática en la defensa del desarrollo de los países del Sur subdesarrollado. Formado este organismo en su mayoría por antiguas colonias, tenían la ilusión de lograr una unidad compacta por el desarrollo, en los marcos y apoyo de la Organización de Naciones Unidas.

“Junto a los proyectos de lograr la unidad en la diversidad, este bloque ha trazado un camino que ha tenido resultados positivos y retrocesos lógicos –estos últimos provocados por el intento de las antiguas metrópolis por frenar el incremento de sus integrantes, así como su unidad de acción–, considerando las diferentes culturas, nivel de economía y áreas geográficas de estos países.

“La búsqueda de un mundo más justo y multipolar ha estado presente, de una forma u otra, en los diferentes foros del grupo. Hoy, las posibilidades para alcanzar la multipolaridad –tránsito necesario para una vida más justa en los ámbitos económicos, comerciales, financieros y diplomáticos–, ven el horizonte más cercano”.

 

De acuerdo con el investigador del CIPI, quien es doctor en Ciencias Filosóficas, máster en Ciencias Históricas y licenciado en Ciencias Políticas, “el Grupo de los 77 más China desempeña un papel cada vez más destacado en la creación de la multipolaridad”.

En este contexto, afirma que los observadores objetivos han señalado la importante transición, con la participación activa de potencias emergentes –miembros o no de este organismo–, como China, Rusia, Irán, Turquía, Arabia Saudí, los países centroasiáticos y otros que han propiciado movimientos en las relaciones internacionales a favor de un mundo multipolar y constituyen el pilar de la transición.

“En el Grupo de los 77 más China se agrupan 134 países. Entre ellos existen grandes productores de petróleo, gas, minerales importantes para las nuevas tecnologías de todo tipo, incremento de las relaciones entre sí, posiciones valientes ante el imperio norteamericano, desarrollo de procesos nacionalistas por el rescate de sus riquezas naturales, existencia de los Brics y la presencia de nuevos candidatos que sobrepasan la veintena. Entonces, hay condiciones para una transición multipolar, donde este grupo juega –y debe jugar– un papel primordial”, opina el experto.

Padilla Torres sostiene que “el mundo multipolar es una necesidad para los países que necesitan de la colaboración mutua”, y añade que “la multipolaridad solidaria no es solo un desarrollo tecnológico universal, también presupone el desarrollo de la cultura, el arte, el humanismo, la ayuda mutua, el respeto, la paz; es decir, un proceso general humano que incluya las posibilidades para las grandes masas desposeídas, el equilibrio del mundo y el desarrollo equitativo de grandes y pequeños países, de un Norte mirando al Sur como hermano y no como depredador de sus economías, de sus logros sociales y de cambios de mentalidad hacia el consumismo absurdo.

El mundo multipolar solidario presupone alianzas para el desarrollo de los pueblos, compartir el resultado de las ganancias, concebir la creación de infraestructuras para el desarrollo y no solo la explotación indiscriminada de recursos hasta su agotamiento. Parece una quimera ilusoria, pero toda utopía es alcanzable cuando, por encima de orgullos, egoísmos e ideologías, se presenta la voluntad de un mundo más defensor de la vida en la Tierra y el desarrollo de intereses comunes, como hoy se practica entre las llamadas potencias emergentes, o entre países de diferente desarrollo económico”.

El especialista considera que urge “buscar mecanismos que conduzcan a otras narrativas y acciones, que surja un nuevo paradigma multipolar que nos ayude a pensar diferente, que busquemos una paz verdadera y no hipócrita; una solidaridad sin límites que nos ayude en la salida de este laberinto unipolar. El Grupo de los 77 más China puede ser el iniciador a nivel global de esa transición”.

Concluye que, si bien es cierto que el G77+China es heterogéneo, en él se agrupan los países que verdaderamente necesitan del desarrollo, de un mundo distinto.

“En este organismo hay muchos países ricos en recursos naturales, los cuales han sido expoliados durante siglos por un pequeño grupo de imperios en crisis, incluyendo la moral. Hay también otros que no tienen tal riqueza, pero poseen el capital humano para desarrollar esas economías, que solo bloqueos injustos e injustificables no dejan desarrollar, y al otro grupo, más pobre, se le debe ayudar a lograr infraestructuras capaces, para que pueda tener un futuro desarrollo.

“El proceso de desarrollo científico-técnico, mientras más se despliega por los países más ricos, puede complicar la comprensión de los problemas económicos, políticos, culturales y sociales de los países del llamado Tercer Mundo. Si no somos capaces de lograr convertir en desarrollo social los adelantos de las revoluciones industriales y que nuestro mundo pobre este más unido para intercambiar de forma solidaria esos adelantos, perderemos la esperanza de lograr una vida digna y mejor.

“Se puede conquistar el cielo por asalto, dejar a un lado lo que nos separa y buscar con dulzura lo que nos une. Solo el mundo multipolar nos ayudará a salir del infierno dantesco en que se encuentran gran parte de los pueblos que forman el Grupo de los 77”.

De ahí que, dice Padilla Torres, “el nacimiento del Grupo de los 77 constituyó un hito importante en la historia de las relaciones internacionales, su constitución, avances y retrocesos, son parte del desarrollo de un organismo que aspira a quitarse el yugo del neocolonialismo.

“El esfuerzo de los países que conforman este grupo no ha sido en vano, porque la voz de sus pueblos se ha escuchado en diferentes reuniones en la ONU: identificar los problemas que aún presentan esos países, luchar por alcanzar niveles de desarrollo dignos en lucha desigual contra las antiguas metrópolis”.

Además, “las desigualdades económicas, políticas, geográficas, culturales, étnicas del Grupo de los 77 más China, constituye el imprescindible esfuerzo por buscar la unidad en la diversidad, para poder enfrentar los múltiples problemas que tienen la mayoría de los países del grupo.

“Las actividades que se hace necesario concertar entre los países miembros, dependen de la voluntad de sus gobiernos, así como las estrategias a elaborar para enfrentar los apetitos políticos y económicos de los países imperialistas.

“Las nuevas condiciones en la arquitectura de las relaciones internacionales, donde el mundo se encuentra en un proceso de transición hacia la multipolaridad, debido a las crisis del sistema imperial, donde influye de manera destacada el conflicto de Europa –donde Europa es prisionera de las apetencias de los EE.UU.–, los países del Tercer Mundo sufren las crisis, pero al mismo tiempo es una oportunidad para aprovechar la voluntad política de los países por la unidad.

“El camino hacia la multipolaridad es una oportunidad para los países miembros del Grupo de los 77 más China, porque presupone un mayor acercamiento entre aquellos que necesitan de mejor y mayor desarrollo”.

 

Al convocar en junio pasado a la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, afirmó que “la ocasión deberá servirnos para reforzar nuestra unidad y decidir acciones colectivas y prácticas en el enfrentamiento eficaz a los retos contemporáneos”.

“Cada minuto cuenta en la búsqueda de solución a los acuciantes problemas de nuestros pueblos”, agregó.

El mandatario cubano consideró una paradoja que “la ciencia, la tecnología y la innovación estuvieran en la primera línea de respuesta a la pandemia de covid-19, mientras que sus beneficios resultaban inalcanzables para los más necesitados”.

Afirmó que cambiar ese escenario exige la construcción de una relación más justa y un orden verdaderamente democrático e inclusivo, que privilegie la solidaridad y la cooperación internacionales.

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