Cuando hace más de dos décadas el patrón Jaime Pericás, más conocido como Tata Pericas, se lanzaba a la mar con sus hombres, lo hacía con kilómetros de redes y toneladas de hielo y combustible para garantizar la buena marea de su embarcación, vanguardia más de una vez entre las pertenecientes al puerto de Júcaro, al sur de la provincia avileña.

Hoy, pensar en aquella realidad sería como soñar en medio de aguas turbulentas, en que las olas del desabastecimiento, la falta de recursos y otros lastres intentan hacer naufragar todo intento de recuperación.

Ciego de Ávila ha ido bojeando impedimentos para desenredarse de la madeja incumplidora de antaño y consolidar un trabajo que ha llevado al territorio a ser referente, sobre todo en la acuicultura, con el impulso de la producción de pescado para garantizar la seguridad alimentaria y el desarrollo económico local.

Con una estrategia enfocada en la rehabilitación de la infraestructura, que llegó a estar prácticamente diezmada en tiempos de estrecheces, la innovación tecnológica y la colaboración con productores privados, la Empresa Pesquera Industrial de Ciego de Ávila (Epivila) ha logrado avances significativos, sobre todo con la recuperación de estanques, la modernización de la parte tecnológica y la siembra de alevines, realidades que permiten aumentar la producción de pescado, claro, en mucho menor escala a cuando Tata Pericas se lanzaba a la mar con toneladas y toneladas de recursos.

Considerada la maternidad de la acuicultura, uno de los ejes centrales del plan acuícola en Ciego de Ávila es la rehabilitación de estanques y piscinas que estaban en desuso.

Según datos aportados por Eldo Pardo Ávila, director de Operaciones Pesqueras en Epivila, desde el año 2024 iniciaron un proceso de recuperación de seis hectáreas en la estación de alevinaje de Morón, 14 hectáreas en La Teresa, cinco en Las Margaritas y 12 en el Teidem, cifras que, sumadas a las de 2025, suponen 58 hectáreas recuperadas, de las cuales seis están destinadas para el crecimiento de alevines; y las restantes para la ceba de peces, mediante el consumo semintensivo, dada la falta de pienso.

Explicó el directivo que este año pescaron en los dos primeros estanques de La Teresa. «Los rendimientos no fueron muy buenos, porque promediamos 1,2 toneladas por estanque, muy distantes de las 4,5 toneladas de tilapias obtenidas cuando las alimentaban con pienso, pero ahora aplicamos el policultivo y, cuando entra un poquito de alimento, lo destinamos a la masa reproductora, no para el crecimiento y la ceba de alevines».

Si bien los planes de hoy están muy distantes de los de ayer, cuando navegaban a todo motor y sacaban miles de toneladas de los espejos de agua del territorio, los acuicultores levantan boga y hasta junio han pescado 225 toneladas, cinco más que las planificadas.

Las hectáreas recuperadas se traducen en la puesta a punto de 74 estanques de tierra y de 90 piscinas de hormigón, en la unidad empresarial de base (UEB) Alevinaje Morón, además de la rehabilitación de una conductora de 2,5 kilómetros, en Morón, crucial para el suministro de agua a los estanques, que permitirá aumentar la capacidad de producción de larvas y alevines, esenciales para repoblar los embalses.

Toda una estrategia bien pensada que pudo haberse acometido antes, pero atentaron el inmovilismo y hasta cierta desorganización en la entidad rectora.

Para potenciar la producción, Epivila ha adquirido cinco cherneras (botes motorizados) que ya operan en la Laguna de la Leche, el mayor embalse natural de agua de la provincia y de Cuba, con potencial para aportar más de 500 toneladas anuales de pescado.

También se pusieron a funcionar un túnel de congelación y dos plantas de hielo, estas últimas en la UEB de Punta Alegre y en Júcaro, junto con la modernización de la industria pesquera en Morón, lo que mejorará el procesamiento y conservación del pescado.

Los principales desafíos de los cientos de trabajadores de mar y tierra están en sobreponerse a la falta de combustible, cuyo volumen ha decaído al 2 % de los niveles históricos, con afectaciones en la transportación de pienso y las operaciones de siembra y captura; además de la escasez de alimento para peces, el impacto de la sequía y otros eventos extremos.

Pese a ello, la provincia ha mantenido la producción de alimentos procesados como picadillo, hamburguesas y croquetas, priorizando la dieta médica y el consumo social.

A juzgar por los propósitos que tiene la industria pesquera en el territorio (insertada en el plan de desarrollo del país, que prevé para 2030 la distribución de un kilogramo de pescado por persona, cada mes), Bolivia lleva la delantera y hasta sobrecumple su encargo.

Sin embargo, el asunto se desenfoca si se mira con una lupa tan local y se juzga a Bolivia por Chambas, que roza los 38 000 habitantes, o con municipios que «no pescan» y a los cuales ellos tendrían obligatoriamente que proveer.

En 2025, Ciego de Ávila espera alcanzar una captura superior a las mil toneladas, un aumento significativo respecto a las reportadas el pasado año. A largo plazo, el Programa Estratégico de Soberanía Alimentaria de 2030 busca elevar la producción a más de 2 000 toneladas anuales.

Los avileños ponen el ojo avizor en el rendimiento por embarcación, o lo que es lo mismo: las toneladas de pescado extraídas por toneladas de petróleo consumidas, indicador en el que destaca la UEB Pesca Bolivia.

PROA A LA PESCA 

Granma realizó un bojeo por dos unidades pesqueras de la provincia: Júcaro, al sur; y Bolivia, al norte. Marbin Basilio Marco, 40 años, joven patrón del Escamero 346, que marcha a la vanguardia entre las embarcaciones de la UEB de Júcaro, afirma que para lograr buenas capturas hay que conocer el mar y la tripulación llevarse como una gran familia. Por eso siempre anda junto a Sarbelio, Miguel Daniel y Yoanthony, este último estudiante de la filial Andrés González Lines, de Manzanillo, donde cursa el segundo año de la especialidad de maquinista, en la que es considerado todo un prospecto.

El patrón, que está ahora mismo sentado en la proa de su embarcación, conversa con la prensa y asegura que el joven tiene fibra y mucho interés en aprender sobre todas las operaciones encima de la embarcación, incluida la función del maquinista, la que más le gusta. «La escuela te enseña, pero la práctica es fundamental y aquí tiene todas las oportunidades para ejercitar lo aprendido en el aula», refiere.

Y hablando de la máquina, del motor, afirma Marbin Basilio que, desde hace casi una década, su «buque escuela» surca las aguas al sur de Júcaro con el mismo motor, sometido a un ritmo estable de explotación. «No lo apuramos. Lo cuidamos mucho. Navegamos a seis o siete nudos. Más vale la sistematicidad, que la velocidad. Si se nos rompe, no salimos a pescar, y si no salimos, no ganamos dinero y no mantenemos a nuestras familias.

«Algunos –continúa el patrón– le dicen a mi 346 «el lento», pero así y todo el pasado año pescamos más de 70 toneladas de peces y fuimos el mejor barco de la UEB. Y este año andamos entre los primeros y lucharemos por un lugar cimero».

Si alguna inconformidad colectiva existe entre la tripulación del 346, es la existencia del pedraplén sur, una cinta de roca y rocoso que divide en dos el Golfo de Ana María, en su parte más cercana a la costa sur. Hacia cayo Providencia, intentaba llegar el vial que nunca llegó y ahora lo que más ha traído son afectaciones para la pesca. «Nosotros queremos elevar los volúmenes, por el bien de la unidad y los bolsillos nuestros, pero en esa zona del norte, vista desde tierra, todavía quedan los restos del pedraplén y no podemos acercarnos mucho ni cruzar de un lado a otro. Tenemos que darle la vuelta», asevera Sarbelio.

«Dándole la vuelta al mundo», como suelen decir cuando deben navegar millas y millas en busca de la especie, los del 346 van al frente de la producción y merecen elogios previos a la conmemoración por el 26 de Julio.

También es cierto que no todas las embarcaciones andan con hombres productivos encima, ni todos trabajan de igual manera, ni aportan la misma cantidad de toneladas. Ese detalle podría ser motivo de otro trabajo periodístico: ¿Por qué unos cumplen y otros no?

De la misma manera, casi en silencio, en los mares del norte de Ciego de Ávila, los hombres de la UEB Pesca Bolivia, la más estable de la provincia, merecen líneas de elogio. Juan Ramón Ravelo, patrón del Escamero 10 y su gente; Freddy Guillén, patrón de El Cunagüero, y su gente; y Rafael de Jesús Ruiz, patrón de El Felly, y su gente; todos traen siempre buena marea.

Los éxitos de esa unidad no podrían exhibirse tampoco sin la labor de las procesadoras del salón de escama. Y todo esfuerzo ha sido coronado con la reparación de la planta de hielo, el cambio de matriz de pesca (de cherneras pequeñas a escamero de diez metros de eslora), y la adquisición de tres motores nuevos que no tardaron 24 horas en funcionar, a lo que se agrega la ampliación de la zona de pesca más allá de las tres millas náuticas.

En este recorrido por la pesca de la provincia quedaron por mencionar muchos nombres de lobos de mar y de tierra, hombres y mujeres destacados en las capturas, en los talleres, en los varaderos, los que fabrican artes de pesca, y los de otros lugares en los que también se «inventa» para que las soluciones aparezcan sin demasiados lastres.

Tomado de Granma

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