A ocho años de su partida física, Fidel se nos agiganta en Ciego de Ávila: transmuta su eterna figura de guerrillero barbudo en montaña, esperanza y luz. Crece más alto que las palmas, fiel a su incansable tarea de empujar día y noche un país. Asciende desde su estatura hasta cúmulos, estratos y cirros, y señala con dedo avizor el mañana que nos espera.
Ocho noviembres después de aquella triste noche, secadas las lágrimas, pero no la gratitud, la impronta del Comandante sigue viva en el recuerdo del pueblo avileño, como se pudo ver este lunes, en la velada cultural dedicada a su memoria.
Estudiantes, intelectuales, directivos y combatientes, junto a una representación de los habitantes de la Ciudad de los Portales, rindieron tributo a su eterno líder, al martiano mayor, e hicieron patente, entre canciones y poemas, el compromiso con las ideas emancipadoras y humanistas de quien fue, sin lugar a dudas, uno de los más grandes políticos del siglo XX en América Latina y en el mundo.
Las fotos captan parte de la emoción, pero siempre se quedarán cortas…
Tomado de Invasor