Las malas condiciones del terreno José Ramón Cepero dejado a causa de la fuerte lluvias caídas en los últimos días sobre la provincia de Ciego de Ávila han imposibilitado el comienzo de la serie particular entre Villa clara y Ciego de Ávila.

Más allá de la simple postergación de un partido, esta situación revela dos aspectos fundamentales del deporte, y en particular del Béisbol en Cuba.

En primer lugar, es un recordatorio de que por más que exista un calendario y una planificación, la naturaleza tiene la última palabra.

Las lluvias intensas son un factor incontrolable que, si bien frena el comienzo de la sub serie particular, también pone a prueba la capacidad de trabajo y de organización de los trabajadores de los estadios.

No se trata de una negligencia, sino de enfrentar una circunstancia adversa.

En segundo lugar, y lo más loable, es el reconocimiento que merece el trabajo silencioso y arduo de los equipos de mantenimiento.

Mientras los jugadores esperan las condiciones creadas para desatar su talento en el diamante, estos trabajadores del José Ramón Cepero juegan su propia serie» contra el lodo y el agua, con palas , escobas y cubos como herramientas.

Su esfuerzo, que pasa desapercibido cuando el estadio está reluciente, es la base que hace posible el espectáculo.

Esta pausa forzada, lejos de apagar la expectativa, la incrementa.

Cuando por fin se pueda jugar, el duelo particular entre Villa Clara y Ciego de Ávila no solo será una batalla deportiva, sino la celebración de un esfuerzo colectivo por encima de los imprevistos.

El pitazo inicial, cuando suene, será también un triunfo de la dedicación humana sobre los factores de la naturaleza.

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