El Festival Internacional Jazz Plaza se consolida como la vitrina que marca la arrancada de los eventos culturales cubanos cada año.

Durante su edición 39, que aconteció desde el 21 y hasta este 28 de enero, la cita convirtió a La Habana y a Santiago de Cuba en dos escenarios donde primó el auténtico jazz de la mayor de las Antillas y en los que diversos exponentes del mundo compartieron su arte.

Alrededor de 184 conciertos tuvieron lugar en la capital cubana y otros 74 en suelo oriental, en los cuales participaron más de 66 agrupaciones nacionales y extranjeras, precisó Víctor Rodríguez, presidente del festival.

Llegaron a los escenarios de ambas provincias artistas de la talla de Zule Guerra, Roberto Fonseca, Rolando Luna, Nachito Herrera, Dairamyr González, Michel Herrera y Arturo O’ Farrill.

El Jazz Plaza 2024 rindió merecido tributo al maestro Joaquín Betancourt en sus 50 años de vida artística y celebró el aniversario 15 de su Joven Jazz Band a través del concierto «Amada música».

A Betancourt lo acompañaron en su espectáculo Alain Pérez, el proyecto Oralitura Habana y Alexander Abreu, entre otros invitados de lujo.

Otro momento especial resultó la presentación del pianista José María Vitier en su «Noche insular», junto a la flautista Niurka González, el percusionista Yaroldy Abreu, el multinstrumentista Abel Acosta y la soprano Bárbara Llanes.

Ambos conciertos-realizados el 20 y 21 de enero pasados – resultaron una provocación de los sentidos gracias a la novedosa técnica audiovisual traída desde Francia, la magistral dirección artística de Dominique Roland y el virtuosismo que siempre emana de las manos de Vitier.

El festival fue plataforma para la presentación de varios discos de la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (Egrem),entre ellos «Sin Bola no hay paraíso»,de Michel Herrera, «Santiago-Brooklyn-Santiago», de Arturo O’Farrill y «Flautas gigantes», de Orlando Valle (Maraca).

Sobre los tres álbumes musicales, Heidy González, musicóloga de la Egrem, afirmó que son joyas discográficas trabajadas con empeño.

La Fábrica de Arte Cubano acogió el XIX Coloquio Internacional de Jazz «Leonardo Acosta in memoriam» que en esta ocasión se dedicó a la presencia del piano en el jazz.

Este apartado teórico del Jazz Plaza rindió tributo al saxofonista Mario Bauzá (1911-1993), así como a Wilfredo Naranjo (Pachy) en los 60 años de su orquesta Original de Manzanillo.

Los participantes, entre los cuales se encontraban estudiantes de la enseñanza artística, conocieron sobre la puesta en marcha del Archivo del Jazz Cubano.

Sobre esa iniciativa, la musicóloga Yentsy Rangel expresó que no solo se convertirá en una vía para consultar la papelería referente al género, sino que se transformará en un espacio vivo del que podrán beber las nuevas generaciones de músicos, y en una plataforma de intercambio con estudiantes y exponentes de otras latitudes.

En el coloquio hubo clases magistrales, paneles y presentaciones de libros donde destaca «La improvisación en el jazz y en la música cubana», de Bobby Carcassés, fundador del Festival Internacional Jazz Plaza.

Carcassés calificó a la obra como el libro de su vida.

El evento contó con las exposiciones fotográficas de Heidy Montes de Oca y Lilien Trujillo, mientras que el saxofonista Ted Nash llegó hasta Matanzas para compartir experiencias y saberes con la cantera de la música en la mayor de las Antillas.

La clausura del festival tuvo un matiz diferente al unirse, este domingo sobre las tablas del Teatro Nacional, el pianista Roberto Fonseca al Ballet Nacional de Cuba (BNC), Patrimonio Cultural de la Nación.

Este suceso músico-danzario permitió el estreno mundial de la pieza «Apparatus», del coreógrafo Raúl Reinoso, quien explicó que la obra le permitió trabajar no con bailarines, sino con personas y sus interioridades, dolencias y credos.

Fonseca acompañó a la primera bailarina y directora del BNC y al bailarín principal Ányelo Montero en «Love fear loss», del coreógrafo brasileño Ricardo Amarante.

En su concierto, que más de una ovación del público recibió, el experimentado pianista homenajeó al Buena Vista Social Club, agrupación a la cual perteneció.

Por sus aportes al jazz de la nación antillana, a través de una música que combina de forma magistral ese género con los ritmos cubanos, caribeños y afrocubanos, Fonseca recibió una distinción de la Sociedad General de Autores y Editores.

Desde teatros, sedes de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, escuelas de arte, casas de cultura y plazas de La Habana y Santiago, el Festival Internacional Jazz Plaza volvió a colocarse como una de las citas más enriquecedoras del arte en el país.

Los músicos cubanos y foráneos, especialistas y programadores de espectáculos consiguieron propuestas de elevado nivel que pusieron en alto el nombre del jazz en el archipiélago.

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