Como siempre debió estar, hoy la ciudad de Ciego de Ávila recobra su esplendor. La variedad de colores inunda sitios emblemáticos y los avileños se empeñan en que, pasado este 26 de Julio, el espíritu de renovación se mantenga y se extienda más allá de las principales arterias.
Recursos, financiamiento… no cabe dudas que llegaron con la noticia, pero los deseos de hacer y el orgullo de sentirse avileño ya estaban antes del otorgamiento de la sede del acto nacional por el asalto de los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
Ahora, con el empuje de la celebración, cuidar, proteger, mantener es tarea de todos: no seríamos coherentes, si dentro de unos meses la ciudad pierde la luz que por estos días la distingue.
Siempre es 26 no puede ser solo una consigna.
Tomado de Invasor