Con el triunfo de la Revolución Cubana el 1 de enero de 1959, designado como el «Año de la Liberación» comenzó la costumbre de asignar a los años un nombre para para conmemorar hechos históricos, o identificar prioridades políticas y sociales.

Cada nombre a servido para inspirar y movilizar al pueblo hacia objetivos colectivos, consolidando así la unidad, el sentido de identidad y los propósitos nacionales.

La idea de nombrar cada año en Cuba surgió como una estrategia del gobierno revolucionario tras el triunfo de la Revolución Cubana en 1959. Esta práctica fue impulsada por la necesidad de consolidar la identidad nacional y promover los objetivos políticos y sociales del nuevo régimen.

Desde 1959 hasta el primero de enero de 2024, en 26 ocasiones a partir de 1982, al año se le ha denominado como el de vida de la Revolución Cubana, en ese primer caso Año 24 de la Revolución.

Luego, en durante seis años consecutivos, desde 1989 hasta 1994 fue bautizado con esa práctica, hasta que en 16 veces (2010 hasta hoy) volvió a nombrarse de esa manera.

Fuera de esos casos, salvo algunas excepciones, se llamó de forma tal que aludiera a alguna tarea prioritaria, en homenaje a algún hecho histórico pasado o presente.

La denominación que se le asigna a cada año también indica la edad de la Revolución, lo cual (aunque sin ánimo de fastidiar a nadie) debe estarles recordando a los adversarios las tantas veces que han sido fallidos sus intentos de derrocar el Socialismo en Cuba.

 

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